martes, 26 de octubre de 2010

La Expulsión del Jardín

Todo el episodio de la Caída está lleno de elementos simbólicos, alegóricos y con mucho significado. La expulsión de Adán y Eva del Jardín de Edén contiene una razón simbólica en la cual el Señor quiere enseñarnos algunos principios.
Que Adán y Eva no podían permanecer en el mismo lugar que el Árbol de la Vida, es algo evidente, en lo cual Alma es muy elocuente. Alma indica con claridad que Adán y Eva debían dejar el Jardín y por este motivo se puso un ángel con una espada guardando el camino hacia el árbol ahora prohibido. “¿Qué significa la Escritura que dice que Dios colocó querubines y una espada encendida al oriente del jardín de Edén, no fuese que nuestros primeros padres entrasen y comiesen del fruto del árbol de la vida y viviesen para siempre? Vemos, pues, que ninguna posibilidad había de que viviesen para siempre.   Luego le dijo Alma: Esto es lo que estaba a punto de explicar. Vemos que Adán cayó por comer del fruto prohibido, según la palabra de Dios; y así vemos que por su caída, toda la humanidad llegó a ser pueblo perdido y caído. Y he aquí, te digo que de haber sido posible que Adán hubiese acomido del fruto del árbol de la vida en esa ocasión, no habría habido muerte, y la palabra habría resultado nula, y habría colocado a Dios en el papel de embustero, porque él había dicho: Si comieres, de cierto morirás.” (Alma 12:21-23)
Pero ¿Por qué no sacar el árbol, llevárselo, cortarlo, en vez de expulsar al hombre? El Jardín de Edén era considerado el primer Templo, dado que Dios el Padre y Jesucristo lo visitaban, allí se realizó un sellamiento por las eternidades, etc. Por tanto, el Jardín representaba la presencia del Señor. Al transgredir, una de las cosas que deberían sufrir era la muerte espiritual, la separación de ellos de la presencia de Elohim. El que Dios hubiese sacado el árbol o utilizado otro modo, no hubiésemos visto cómo se realizó o cumplió la muerte espiritual del hombre. Adán y Eva fueron conducidos hacia afuera del Jardín por el lado este, mostrando con esto, que aunque se separaban de Dios, comenzaban un camino de regreso.
Si el hombre hubiese permanecido en el Jardín y el árbol hubiese sido llevado a otro lugar, nos hubieran privado de comprender cómo es el hombre el que se aleja de Dios y no Él el que se retira, aunque a veces nos pareciera que así fuera. Que hay un camino que recorrer, una vida que vivir, que hay una muerte espiritual que superar.
Hoy el Jardín no existe, ya no está el ángel con la espada en Independence,  pero no por eso podemos dudar que no exista el Árbol de la Vida. Podemos pensar que en nuestro viaje hacia el Templo nos reencontramos con el Árbol y con el ángel que cuida el ingreso. Que al ser fiel a los convenios superamos la muerte espiritual. Al visitar el Templo regresamos al Jardín.

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