Dentro de los varios significados que le podemos encontrar al árbol de la vida, como el amor de Dios o la vida eterna, podemos ver que tiene una relación directa con la expiación. La forma más directa en que participamos de la expiación del Señor es por medio del arrepentimiento y de las ordenanzas vinculadas a lograr la justificación y santificación.
Cuando participamos de la Santa Cena estamos aceptando la expiación, sus emblemas de pan y agua (vino) nos enlazan directamente con ese evento de repercusión eterna. Es por esto que no es extraño que relacionemos el Árbol de la Vida con la ordenanza de la Santa Cena, y encontramos esta relación en las palabras de Alma citando al Salvador
“Sí, dice él: Venid a mí, y participaréis del fruto del árbol de la vida; sí, comeréis y beberéis libremente del pan y de las aguas de la vida;” (Alma 5:34).
Con este pensamiento en mente, podemos gozar de una experiencia hermosa cada domingo al considerar que estamos en un pedazo de Edén o dentro del sueño de Lehi participando del Árbol de la Vida.