Las diferentes narraciones de la Caída no nos describen el árbol de la Ciencia del bien y del mal como un árbol muy atrayente, y que Adán y Eva sufrieran permanente tentación por comer de su fruto. Más bien pareciera haber una completa indiferencia hacia probar de su fruto, hasta el momento clave en que Eva le pone atención a la serpiente o a Lucifer.
“7 Y dijo a la mujer: ¿Conque Dios ha dicho: No comeréis de todo árbol del jardín? (Y hablaba por boca de la serpiente.)
8 Y la mujer dijo a la serpiente: Podemos comer del fruto de los árboles del jardín;
9 mas en cuanto al fruto del árbol que ves en medio del jardín, Dios ha dicho: No comeréis de él, ni lo tocaréis, no sea que muráis.
10 Y la serpiente dijo a la mujer: De cierto no moriréis;
11 pues Dios sabe que el día en que de él comiereis se abrirán vuestros aojos, y seréis como dioses, conociendo el bien y el mal.
12 Y cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que se había vuelto agradable a los ojos, y un árbol deseable para darle sabiduría, tomó ella de su fruto y comió, y dio también a su marido, y él comió con ella.” (Moisés 5:7-12)
Estos versículos nos muestran el cambio que se produjo en la percepción de Eva sobre el árbol producido por la conversación que ella sostuvo con la serpiente. Nos enseña el principio que para que una tentación sea resistible por nosotros esta tentación debe ser lo más breve posible, expulsando o saliendo lo más pronto delante de ella. Cristo fue el modelo al expulsar a Satanás y no entrar en su juego de razonamientos. Moisés también expulsó oportunamente a Satanás cuando fue tentado. Pero el caso de Eva nos puede pasar muchas veces a nosotros, que al no tener cierta debilidad y dar cabida a jugar con nuestros pensamientos y razonamientos, exponiendo nuestro espíritu más frecuentemente a la tentación de algo en lo que generalmente somos fuertes, nos sorprenderemos al vernos derrotados con una nueva debilidad que antes era una fortaleza.
El texto dice que el árbol “se había vuelto agradable a los ojos”, pero esto es algo que paso en la mente de Eva, pues el árbol debe haber permanecido igual que antes. Debemos seguir dando poco crédito a aquello que nos persuada a cambiar nuestra forma de pensar sobre moral, ya que al escuchar permanentemente los argumentos del adversario, podrán llegar a “volverse agradables” y terminemos dando explicaciones al Señor del tipo “Satanás me engañó y yo comí”.