Lo siguiente es el artículo original que apareció en la Liahona de Febrero 1968, que anunciaba el hallazgo de los papiros que pertenecieron a José Smith, y de los cuales, por lo menos uno, José había utilizado para traducir El Libro de Abraham.
Descubrimiento de papiros egipcios
por Jay M. Todd
Editor Asociado del Improvement Era
Quizás no se espera que ningún descubrimiento despierte tanto interés general en el evangelio restaurado como el reciente hallazgo de algunos papiros egipcios, uno de los cuales se sabe fue usado por el profeta José Smith para traducir el Libro de Abrahán.
Los papiros, que por mucho tiempo se pensaba habían sido consumidos en el incendio de Chicago en el año 1871, fueron presentados a la Iglesia el 27 de noviembre de 1967, en el Museo Metropolitano de Arte de la ciudad de Nueva York, más de un año después de que el Dr. Azis S. Atiya, ex-director del Centro de Estudios del Medio Oriente, de la Universidad de Utah, hubiera hecho su asombroso descubrimiento mientras recorría la colección de papiros del mencionado museo.
Incluido en la colección de 11 manuscritos, se encuentra uno identificado como el documento original del que José Smith obtuvo el Facsímile 1, el cual introduce el Libro de Abrahán en la Perla de Gran Precio. Adjunta a los manuscritos estaba una carta fechada el 26 de mayo de 1856, firmada por Emma Smith Bidamon, viuda del profeta José Smith, y por su hijo, José, la que atestiguaba que los papiros habían sido propiedad del Profeta.
Algunas de las piezas de papiros aparentemente incluían jeroglíficos convencionales (inscripciones sagradas que parecían dibujos) y textos funerarios con escritura hierática (una versión exclusiva de jeroglíficos en letra cursiva) que comúnmente eran sepultados con las momias egipcias. A menudo, dichos textos contenían párrafos del "Libro de los Muertos", el mismo que servía como pasaje a la persona muerta que entraba al mundo espiritual.
Hasta ahora no se sabe si las otras diez piezas de papiro tienen conexión directa con el Libro de Abraham. Se descubrió también que en el reverso de tres de los manuscritos (aparentemente el profeta José les había pegado dicha parte para hacerlos más resistentes) aparecen algunas notas, mapas y dibujos a mano y lo que parecen ser apuntes de municipios, y se piensa que todo fue escrito por el profeta José Smith. Su importancia todavía no ha sido determinada pero será de gran interés para los historiadores mormones. La colección de manuscritos fue presentada ante el presidente N. Eldon Tanner de la Primera Presidencia por Thomas P. G. Hoving, director del Museo Metropolitano de Arte, en una impresionante ceremonia verificada en el museo de Nueva York a la que asistieron periodistas de numerosas agencias noticiosas mundiales. Después de haberse exhibido en las oficinas de la Iglesia en Salt Lake City, los manuscritos se entregaron al Dr. Hugh Nibley, erudito y lingüista de la Universidad de Brigham Young.
A menudo se cuenta la historia llena de aventura y fascinación de la manera tan extraordinaria en que el profeta José Smith obtuvo los papiros originales y cuatro momias egipcias. Pero de igual interés es la anécdota del descubrimiento de los papiros en El Museo Metropolitano de Arte por el Dr. Azis S. Atiya, quien la cuenta con estas palabras: "En ese tiempo estaba escribiendo un libro, el mismo que había empezado mientras era profesor de cristianismo mundial y oriental, y fui al Museo Metropolitano de Arte para buscar documentos, papiros, fotografías e ilustraciones para dicho libro. Ha de haber sido en la temprana primavera de 1966. Me he olvidado completamente de la fecha. Mi libro estaba listo para imprimirse y fui a buscar material suplementario.
"Mientras me encontraba en una de las oscuras salas, algo captó mi atención y le pedí a uno de los empleados que me llevara el archivo de documentos para así poder ver otros más. Es ahí en donde encontré éstos. Inmediatamente reconocí la fotografía de uno. Cuando vi la escena me di cuenta de que había aparecido en la Perla de Gran Precio. Generalmente uno puede encontrar esta clase de fotografía en otro papiro, pero ésta en particular tenía características especiales. Por ejemplo, la cabeza había desaparecido y pude darme cuenta que los papiros estaban pegados sobre papel del siglo diecinueve. La cabeza fue dibujada con lápiz, al parecer por José Smith, quien lo ha de haber tenido en su poder cuando esa parte se rompió. Aparentemente dibujó la cabeza con su propia mano sobre el papel suplementario. Así también las manos de la momia están alzadas y la pierna de la misma manera —generalmente las momias yacen completamente en forma horizontal—lo cual es muy peculiar. Este papiro es egipcio, es verdad, pero lo que representa realmente no lo sé.
"Cuando vi esto, comencé una búsqueda más profunda. Vi unas piezas más de papiros amontonadas juntas y pensé que la providencia divina me había ayudado. Entre estos documentos encontré otro firmado por la esposa de José Smith, su hijo y otro, testificando que estos papiros habían pertenecido a José Smith.
"En 1918, una señora Heusser vino al museo e informó a los oficiales que tenía algunos papiros, pero no se llegó a ninguna conclusión sino hasta 1947. Fue entonces que el museo los adquirió cambiando después a los encargados de cuidar las antigüedades egipcias, y el tema se olvidó por completo.
"Cuando vi estos documentos estuve realmente atónito. Conozco la comunidad mormona, sus normas, escrituras, etc., y lo primero que dije fue que estos documentos no debían estar ahí. Pertenecían a la Iglesia Mormona. Bueno, naturalmente los encargados del museo son buenos amigos míos y traté de persuadirlos de que cedieran los documentos a la Iglesia.
"Informé de ello a mi buena amiga Taza Peirce, quien es secretaria ejecutiva del Consejo de Salt Lake para Visitantes Internacionales, y discutimos la manera en que yo debería comunicar el descubrimiento a dicha comunidad. Me sugirió que viera al presidente Tanner y fue ella quien arregló y estuvo presente en nuestras dos primeras reuniones. Después de eso me reuní directamente con el presidente Tanner quien declaró que la Iglesia estaba muy interesada y que haría cualquier cosa o pagaría cualquier precio por ellos. Desde entonces habíamos estado viendo la posibilidad de que pudieran transferirse a la Iglesia.
"En esta clase de asuntos no me precipito, me tomo el tiempo requerido. Con varias discusiones y persuasiones amigables, el museo expuso el caso ante los directores del mismo. Pero pasó mucho tiempo antes de llegar a este paso. La mesa directiva prolongó la discusión por largo tiempo, más de lo que se puedan imaginar y al final, llegaron a la conclusión de que el museo tenía papiros de esa naturaleza en demasía, así que ¿para qué privar a la Iglesia de tales documentos?
"Cuando se tomó la generosa decisión, el director me la hizo saber por teléfono y en una carta. Después tuvimos que abandonar la situación ya que el director del museo tuvo que ir a Egipto durante un mes.
"Cuando regresó, me informó muy amablemente acerca del tema y dijo, 'La decisión se ha tomado, sus amigos mormones recibirán estos papiros. Así que comuníquese con ellos y con el Presidente de la Iglesia y haga los arreglos necesarios para una ceremonia.'
"Naturalmente el presidente Tanner estaba tan entusiasmado como yo. Luego informó al presidente McKay, que también estaba complacido.
"Entonces decidimos la manera en que se efectuaría la ceremonia.
"Fue un gran honor para mí y me sentí muy complacido al estar en el centro de la fotografía con tan distinguidas personas como el presidente Tanner y el Sr. Thomas P. G. Hoving, Director del museo. Así como su asistente y vice-director, Dr. Joseph Noble.
"Todos concurrieron y para mi sorpresa, me di cuenta de que los papiros habían sido colocados en una hermosa caja de seguridad.
"Pero durante la mañana de ese día, me propuse ir más temprano, mucho antes de que comenzara la ceremonia, para así poder asegurarme de que ya estaban listos—no sólo los papiros, ya que lo que es de importancia es el documento que los acompaña. Era un papel descolorido, con escritura del siglo diecinueve. Me enteré de que el museo lo había fotografiado. Bueno, naturalmente habían tratado de fotografiarlo antes pero no se notaba porque era un papel de color azul muy pálido. Esta vez usaron rayos infrarrojos y ultravioleta para poder fotografiar el texto, y ahora dicha fotografía es mucho mejor que el original.
"Me sentí maravillado por el descubrimiento de los papiros que habían estado en manos del profeta José Smith, pero los hallazgos no terminaron ahí. Durante la mañana de la entrega de los documentos comencé a mirarlos de arriba para abajo y de pronto encontré, en el revés del papel en el que los papiros estaban pegados, escritos, mapas y una enumeración de municipios y material de gran valor para la historia mormona, que creo fueron hechos por la propia mano de José Smith, y los cuales tienen que ser estudiados por especialistas. Yo no lo soy, pero puedo reconocer documentos originales de una era precristiana.
"Conozco la clase de tinta que los egipcios usaban y la diferencia entre la genuina y la falsa. Los papiros generalmente se colocaban con las momias—papiros de muchas clases—pero principalmente el "Libro de los Muertos", que sería el pasaje para que la momia entrara al mundo del más allá. Los papiros eran algunas veces de colores. Pueden encontrarse algunos como éstos con colores azules, dorados y rojos. Esto era muy común. En cuanto a la tinta que se usaba, se hacía generalmente de hollín y pegamento, y es por esa razón que era eterna. Yo creo que estos pergaminos están escritos con esta clase de tinta. Por lo general eran los sacerdotes los que escribían ya que eran más capacitados para hacerlo. Usaban plumas de caña, las que tenían que afilar y cortar por el medio.
Los egipcios tenían la planta del papiro y acostumbraban dividirla en capas delgadas que ponían entrelazadas una sobre otra, las golpeaban con un martillo de madera y entonces las pegaban juntas. Las cortaban de acuerdo a los propósitos de los documentos que querían escribir. Generalmente se usaban tiras largas para hacer los pergaminos, y éste en particular estaba hecho de esa manera.
"¿Se enteraron de que el descubrimiento apareció en la prensa egipcia al día siguiente de la ceremonia? ¡En la primera página del periódico más importante! Se sorprenderían ustedes al saber la importancia que se le dio y aparentemente los egipcios estuvieron muy complacidos con el hallazgo de estos documentos."
Es de gran importancia el hecho de que el Dr. Atiya haya hecho el descubrimiento y que testifique tan ardientemente sobre la autenticidad del manuscrito como aquél que José Smith usó en la traducción del Libro de Abraham. El Dr. Atiya es mundialmente reconocido como erudito e investigador de manuscritos egipcios y árabes. Es uno de los profesores más destacados en la universidad y muy famoso por las conferencias que ha verificado en las universidades de Michigan, Columbia, Princeton, Liverpool, Londres, Bonn, Zurich, El Cairo y Alejandría. También podría decirse del descubrimiento del Dr. Atiya, lo que Parley P. Pratt dijo acerca de las momias egipcias y papiros que José obtuvo: "Cuan extraordinaria la providencia mediante la cual este antiguo registro cayó en manos del siervo del Señor, José Smith."
Realmente, la historia de cómo José Smith recibió los papiros, es fascinante, y parece estar llena de influencia divina. Algunos de los detalles son todavía oscuros, aunque nuevas investigaciones anuales parecen divulgar porciones adicionales de información, pero los puntos principales del episodio son de conocimiento general: cuando Napoleón conquistó Egipto en 1798-99, la atención del mundo se volvió hacia la tierra de los faraones, y ésta pronto fue invadida tanto por expediciones científicas como por ladrones de catacumbas y sepulturas antiguas. Uno de los primeros aventureros interesados en las antigüedades egipcias fue un hombre llamado Antonio Lebolo que trabajaba como agente para uno de los más importantes barones de ese tiempo, Bernardino Drovetti. Mientras estaba en Egipto, aproximadamente por el año 1817, Lebolo obtuvo una licencia para entrar a las catacumbas de Tebas, Egipto. Descubrió una tumba cerca de un lugar llamado Gurneh, próximo a Tebas y en ella había varias momias. Entregó las mejores a Drovetti pero se las arregló para dejar unas para él. Más tarde salió de Egipto hacia Francia vía Trieste, llevando consigo algunas de las momias, once de las cuales eventualmente llegaron a Estados Unidos.
Mientras estaba en la isla de Trieste, se enfermó y murió. Lebolo había legado las momias a su sobrino Michael H. Chandler, a quien suponía en Irlanda, y allá fueron enviadas aparentemente vía Londres. Siendo que algunos investigadores dudan del parentesco entre Chandler y Lebolo, se están haciendo investigaciones para tratar de establecer la verdad. Los amigos de Chandler volvieron a enviar las momias a Estados Unidos en donde aquél estaba viviendo en Filadelfia. Más tarde, las momias llegaron a la aduana de Nueva York. Los investigadores han manifestado que no deja de ser un milagro el que hayan navegado sin peligro con sus importantes registros a través de las aguas infestadas de personas inescrupulosas, de saqueadores de catacumbas, de agentes deshonestos en busca de momias, para llegar sin contratiempo al puerto de Nueva York.
En abril de 1833, Michael H. Chandler pagó los derechos aduaneros, obtuvo las momias y las abrió. Se desilusionó al no encontrar joyas o algo de gran valor monetario, pero en cambio encontró varios rollos de papiros. La providencia una vez más parecía haber entrado en la historia, ya que mientras estaba en la aduana, se le informó a Chandler que no había nadie en la ciudad que pudiera traducir los pergaminos, "pero fue referido por el mismo caballero (un extraño) al Sr. José Smith, Jr., quien, continuó él, posee una clase de dones mediante los cuales previamente había traducido caracteres similares."
Dos años más tarde, el 3 de julio de 1835, Chandler conoció al profeta José. Le preguntó si tenía el poder de traducir los pergaminos y José contestó que sí. El profeta anotó en el registro que había dado a Chandler la interpretación de una parte del material de los pergaminos. El señor Chandler estaba tan impresionado que escribió un certificado testificando que la interpretación de José Smith de los antiguos jeroglíficos egipcios "coincidía hasta el último detalle" con aquello que él había aprendido de "los más instruidos."
El Profeta escribió en su Documentary History of the Church (Vol. 2, pág. 236) (Historia Documentada de la Iglesia): "Poco después, varios Santos de Kirtland compraron las momias y papiros, descripción de lo cual aparecerá más adelante; y con W. W. Phelps y Oliverio Cowdery como escribientes, comencé la traducción de algunos de los caracteres y para nuestra sorpresa, descubrimos que uno de los pergaminos contenía los escritos de Abrahán y otro los de José de Egipto . . ."
En cuanto a las cuatro momias, el Profeta generalmente admitía que no sabía de quiénes eran. Más tarde otras fuentes informaron que él las había identificado como de un faraón, una reina, una princesa y una esclava. Los rollos de papiro se sabe que estaban con una de las momias femeninas. Concerniente a los mismos, se ha supuesto que aparentemente eran registros originales o copias de los mismos hechos por Abrahán y su nieto José, escritos más tarde por sucesores y faraones durante miles de años. El resultado es muy conocido por los Santos de los Últimos Días. El Profeta interpretó algunos de los escritos de los pergaminos y tal interpretación y facsímiles 1, 2 y 3 constituyen nuestro actual Libro de Abraham. Se sabe también que el Profeta prometió "más extractos del Libro de Abraham" que aquellos que ya se tenían, pero su muerte impidió la publicación de materiales que dijo estaba "revisando." (John Taylor, Times and Seasons, Feb.1843)
De cualquier modo, después del martirio del Profeta, las momias y manuscritos fueron entregados a la madre de José, Lucy Mack Smith. Cuando murió en 1855, los mismos pasaron a manos de Emma Smith Bidamon, con quien Lucy Mack Smith vivió sus dos últimos años. Emma Smith Bidamon era la viuda del Profeta y desde entonces había contraído matrimonio con L. C. Bidamon. Poco después de un año de haber tenido en su poder las momias y manuscritos, Emma los vendió a un tal Sr. A. Coombs. Fue esta carta de venta al Sr. A. Coombs, firmada por Emma Smith Bidamon y fechada el 26 de mayo de 1856, además de las 11 piezas de papiro lo que el Dr. Atiya encontró. La carta dice: "La presente certifica que hemos vendido al Sr. A. Coombs, cuatro momias egipcias junto con los registros. Dichas momias fueron obtenidas de las catacumbas de Egipto, 20 metros bajo la superficie de la tierra, por la sociedad anticuaría de París, enviadas de ahí a Nueva York y compradas por el Profeta Mormón, José Smith, al precio de dos mil cuatrocientos dólares. En el año 1835, el Sr. Smith las valuó considerablemente a causa de la importancia del registro que accidentalmente se encontró en el pecho de una de las momias. De las traducciones que el Sr. Smith hizo de los Registros se supo que estas momias fueron de la familia de un Rey de Egipto. Estuvieron exclusivamente en poder del Sr. Smith hasta su muerte y desde entonces con la madre del Sr. Smith; no obstante, hemos tenido repetidas ofertas de compra que fueron invariablemente rehusadas hasta su muerte que ocurrió el día catorce de mayo pasado." Firmado: "L. C. Bidamon, Emma Bidamon, José Smith (su hijo). Nauvoo, Hancock Co. 111, mayo 26."
El próximo informe de las momias aparece en el Catálogo del Museo de St. Louis, en 1856, y más tarde, en 1863, en el Catálogo del Museo de Chicago página 42, y en los cuales se describen dos momias que "estuvieron en poder de la madre del Profeta hasta su muerte, cuando los herederos las vendieron y fueron poco después compradas por el Museo." En 1871, un incendio destruyó gran parte de Chicago, y se creía que las momias y manuscritos hubieran sido consumidos en dicha ocasión, aunque los catálogos de 1856 y 1863 no dan ninguna información acerca de las otras dos momias o los manuscritos.
La información acerca de los mismos, y de los que fueron usados por el Profeta, se revelará en un día futuro. La colección descubierta recientemente por el Dr. Atiya, llamó por primera vez la atención del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York en 1918. Aparentemente, el señor A. Coombs no había vendido todas las cosas que había comprado a Emma Smith Bidamon, ya que en 1918, la señora Alice C. Heusser, de Brooklyn, Nueva York, llevó los recientemente descubiertos papiros y documento firmado por Emma Smith, al Museo Metropolitano para su valoración. La señora Heusser era hija del ama de llaves del señor A. Coombs. Pero el museo no compró la colección de papiros hasta que Edward Heusser, esposo de Alicia, finalmente se la vendió en 1947.
Dichos papiros han estado en sus archivos desde entonces. De este modo, se había marcado el camino para el notable descubrimiento del Dr. Atiya. Estas piezas de papiro, que son sólo parte de las que José Smith poseyó, están nuevamente en poder de la Iglesia. Son un testimonio extraordinariamente poderoso y tangible de la veracidad de la historia clara y sencilla dicha por el Profeta, de que había tenido en sus manos unos documentos originales de papiro, algunos de los cuales había usado en la producción del Libro de Abrahán en la Perla de Gran Precio.
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