martes, 26 de octubre de 2010

Cómo Moisés rechazó a Satanás

Creo que la experiencia que tuvo Moisés con Satanás nos deja algunas enseñanzas valiosas. El hecho de  tener experiencias espirituales con frecuencia nos ayudan a distinguir con más claridad el engaño. Moisés venía de tener una experiencia maravillosa con Jehová, la recordaba perfectamente porque había sido hace algunas horas. Es por eso que él puede distinguir con claridad la no gloria de Lucifer, sus tinieblas, y recordaba exactamente cómo era la gloria que lo había cubierto al conversar con el Señor.

“Y aconteció que cuando Moisés hubo pronunciado estas palabras, he aquí, Satanás vino para tentarlo, diciendo: Moisés, hijo de hombre, adórame. Y sucedió que Moisés miró a Satanás, y le dijo: ¿Quién eres tú? Porque, he aquí, yo soy un hijo de Dios, a semejanza de su Unigénito. ¿Y dónde está tu gloria, para que te adore? Porque he aquí, no hubiera podido ver a Dios, a menos que su gloria me hubiera cubierto y hubiera sido transfigurado ante él. Pero yo puedo verte a ti según el hombre natural. ¿No es verdad esto? Bendito sea el nombre de mi Dios, porque su Espíritu no se ha apartado de mí por completo, y por otra parte, ¿dónde está tu gloria?, porque para mí es tinieblas. Y puedo discernir entre tú y Dios; pues él me dijo: Adora a Dios, porque a él sólo servirás” (Moisés 1: 12-15).

A Moisés le bastó con su propio discernimiento para descubrir la farsa de Satanás. No fue el mismo caso con José Smith, quien al aparecerse Satanás no lo pudo distinguir como claridad, ya que apareció como un ángel de luz. José necesitó de la ayuda divina, los cielos enviaron a Miguel para ayudarle a distinguir la verdadera gloria: “¡La voz de Miguel, en las riberas del Susquehanna, discerniendo al diablo cuando se apareció como ángel de luz!” (D y C 128:20).

Si José, que tuvo experiencias únicas con la divinidad, experimentó dificultad en poder distinguir a Satanás, veremos la necesidad de vivir este principio que enseña Moisés, de que en la medida que experimentemos con mayor frecuencia nuestras experiencias espirituales, al venir Satanás y presentarse como una duda razonable, algo que no es tan malo, etc. cualquier tipo de engaño, podremos tener fresco en nuestra memoria y en todos nuestros sentidos lo que es seguir a la luz, y distinguiremos con claridad su intento vacío. 

La Expulsión del Jardín

Todo el episodio de la Caída está lleno de elementos simbólicos, alegóricos y con mucho significado. La expulsión de Adán y Eva del Jardín de Edén contiene una razón simbólica en la cual el Señor quiere enseñarnos algunos principios.
Que Adán y Eva no podían permanecer en el mismo lugar que el Árbol de la Vida, es algo evidente, en lo cual Alma es muy elocuente. Alma indica con claridad que Adán y Eva debían dejar el Jardín y por este motivo se puso un ángel con una espada guardando el camino hacia el árbol ahora prohibido. “¿Qué significa la Escritura que dice que Dios colocó querubines y una espada encendida al oriente del jardín de Edén, no fuese que nuestros primeros padres entrasen y comiesen del fruto del árbol de la vida y viviesen para siempre? Vemos, pues, que ninguna posibilidad había de que viviesen para siempre.   Luego le dijo Alma: Esto es lo que estaba a punto de explicar. Vemos que Adán cayó por comer del fruto prohibido, según la palabra de Dios; y así vemos que por su caída, toda la humanidad llegó a ser pueblo perdido y caído. Y he aquí, te digo que de haber sido posible que Adán hubiese acomido del fruto del árbol de la vida en esa ocasión, no habría habido muerte, y la palabra habría resultado nula, y habría colocado a Dios en el papel de embustero, porque él había dicho: Si comieres, de cierto morirás.” (Alma 12:21-23)
Pero ¿Por qué no sacar el árbol, llevárselo, cortarlo, en vez de expulsar al hombre? El Jardín de Edén era considerado el primer Templo, dado que Dios el Padre y Jesucristo lo visitaban, allí se realizó un sellamiento por las eternidades, etc. Por tanto, el Jardín representaba la presencia del Señor. Al transgredir, una de las cosas que deberían sufrir era la muerte espiritual, la separación de ellos de la presencia de Elohim. El que Dios hubiese sacado el árbol o utilizado otro modo, no hubiésemos visto cómo se realizó o cumplió la muerte espiritual del hombre. Adán y Eva fueron conducidos hacia afuera del Jardín por el lado este, mostrando con esto, que aunque se separaban de Dios, comenzaban un camino de regreso.
Si el hombre hubiese permanecido en el Jardín y el árbol hubiese sido llevado a otro lugar, nos hubieran privado de comprender cómo es el hombre el que se aleja de Dios y no Él el que se retira, aunque a veces nos pareciera que así fuera. Que hay un camino que recorrer, una vida que vivir, que hay una muerte espiritual que superar.
Hoy el Jardín no existe, ya no está el ángel con la espada en Independence,  pero no por eso podemos dudar que no exista el Árbol de la Vida. Podemos pensar que en nuestro viaje hacia el Templo nos reencontramos con el Árbol y con el ángel que cuida el ingreso. Que al ser fiel a los convenios superamos la muerte espiritual. Al visitar el Templo regresamos al Jardín.

sábado, 23 de octubre de 2010

Moisés . . . tú eres a semejanza de mi Unigénito

La siguiente tabla compara y muestra las semejanzas entre Moisés y el Salvador.


Moisés
Cristo
El Señor le dijo a Moisés “Tú eres a semejanza de mi Unigénito” (Moisés 1:6) Jesús es el Unigénito del Padre (Juan 1:14)
Moisés fue uno de los nobles y grandes (D y C 138:38, 41;Abraham 3:22) Cristo es el más grande (Abraham 3:3, 19)
Moisés fue preordenado para su llamamiento. Cristo fue preordenado para su llamamiento (Abraham 3:27).
Moisés fue conocido por su nombre varias generaciones antes de su nacimiento, así como detalles de su ministerio (TJS Génesis 50:29-35). Cristo fue conocido por su nombre siglos antes de su nacimiento, así como detalles de su ministerio terrenal (Mosíah 3:5-10).
En su infancia, la vida de Moisés se vio amenazada por un Faraón malvado (Éxodo 1) En su infancia, la vida de Jesús se vio amenazada por un rey malvado (mateo 2)
La primera vez que Moisés fue en ayuda de Israel fue rechazado (Éxodo 2:13-14) Cristo fue rechazado en su primera venida a Israel como un mortal (Mateo 21:42-46)
Moisés fue al desierto por un tiempo, para estar con Dios, allí fue ministrado por ángeles (TJS Gálatas 3:19). Cristo fue al desierto para estar con Dios, allí fue ministrado por ángeles (Marcos 1:13)
Moisés ayunó por cuarenta días y cuarenta noches (Deuteronomio 9:18) Cristo ayunó por cuarenta días y cuarenta noches (Mateo 4:2)
Moisés enfrentó a Satanás, quien le dijo que lo adorara (Moisés 1:12-23). Cristo enfrentó a Satanás, quien deseaba que Jesús lo adorara (Mateo 4:1-10).
Moisés fue llevado por el Espíritu a una montaña alta, donde fue transfigurado y se le mostró el destino de la tierra (Moisés 1:1, 8, 11). Cristo fue llevado por el Espíritu a una montaña alta donde fue transfigurado y se le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos (TJS Mateo 4:8).
Moisés comenzó su ministerio realizando milagros (Éxodo 4:7-12). Jesús comenzó su ministerio realizando milagros (Juan 2:1-11).
Moisés tuvo control sobre las aguas (Éxodo 7; 14; 15:20-27; 17). Cristo tuvo control sobre los elemento, como el agua (Mateo 14:25-32; Juan 2).
Moisés alimentó a quienes le siguieron con pan del cielo (Éxodo 16; Deuteronomio 8:3). Cristo alimentó a sus seguidores; al mismo él es ese “pan” del cielo (Mateo 14-15; Marcos 6; Lucas 9; Juan 6:35).
Isaías se refiere a Moisés como el pastor de Israel (Isaías 63:11). Jesús es el Buen Pastor (Juan 10:11).
Moisés al dejar Egipto cumplió la profecía (TJS Génesis 50:29). Cuando Jesús dejo Egipto cumplió con una profecía (Mateo 2:15).
Moisés fue un libertador para Israel (Éxodo 13:3; 1 Nefi 17:24). Cristo fue el Libertador de Israel (Éxodo 13:3).
Moisés fue el mediador del convenio y un legislador (Éxodo 32:32). Cristo fue el Mediador del Convenio y el Legislador de la Ley Divina (1 Timoteo 2:5; DyC 88:21).
Moisés desde lo alto de la montaña trajo una “Nueva Ley” (Éxodo 20-24; 31-34). Cristo desde lo alto del monte entregó una “nueva ley” (Mateo 5-7).
Moisés fue un juez en Israel (Éxodo 18). Cristo es el juez de todos (Juan 5:22).
Moisés se destacó por su mansedumbre (Números 12:3). Cristo fue un ejemplo de mansedumbre (Mateo 11:29).
Moisés restauró la Iglesia en sus días. Cristo restauró la Iglesia en sus días.
Como parte de la estructura de la Iglesia en sus días, Moisés formó dos grupos, uno de doce hombres y otro con setenta (Éxodo 24:9-11; Números 7; 11; Josué 9:15). Como parte de la estructura de la Iglesia en sus días, Jesús formó dos grupos, uno de doce hombres y otro con setenta (Mateo 10:1-4; Lucas 10:1).
Moisés Profetizó sobre el destino de Israel (Deuteronomio 33). Cristo habló proféticamente sobre el destino de Israel (Mateo 24).
Al final de su ministerio Moisés subió al cielo. Jesús, al finalizar su ministerio fue llevado al cielo en una nube (Hechos 1:9).
La segunda vez que Moisés vino entre Israel lo aceptaron como su libertador (Éxodo 15:1-19). Cuando Cristo regrese, será aceptado como el remanente de Israel, como el libertador espiritual que es (Zacarías 13:6; 14:1-5).

Alonzo L. Gaskill, The Lost Language of Symbolism, p. 185-188 

miércoles, 20 de octubre de 2010

El Hallazgo de los Papiros en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York

Lo siguiente es el artículo original que apareció en la Liahona de Febrero 1968, que anunciaba el hallazgo de los papiros que pertenecieron a José Smith, y de los cuales, por lo menos uno, José había utilizado para traducir El Libro de Abraham.

Descubrimiento de papiros egipcios
por Jay M. Todd
Editor Asociado del Improvement Era

Quizás no se espera que ningún descubrimiento despierte tanto interés general en el evangelio restaurado como el reciente hallazgo de algunos papiros egipcios, uno de los cuales se sabe fue usado por el profeta José Smith para traducir el Libro de Abrahán.
Los papiros, que por mucho tiempo se pensaba habían sido consumidos en el incendio de Chicago en el año 1871, fueron presentados a la Iglesia el 27 de noviembre de 1967, en el Museo Metropolitano de Arte de la ciudad de Nueva York, más de un año después de que el Dr. Azis S. Atiya, ex-director del Centro de Estudios del Medio Oriente, de la Universidad de Utah, hubiera hecho su asombroso descubrimiento mientras recorría la colección de papiros del mencionado museo.
Incluido en la colección de 11 manuscritos, se encuentra uno identificado como el documento original del que José Smith obtuvo el Facsímile 1, el cual introduce el Libro de Abrahán en la Perla de Gran Precio. Adjunta a los manuscritos estaba una carta fechada el 26 de mayo de 1856, firmada por Emma Smith Bidamon, viuda del profeta José Smith, y por su hijo, José, la que atestiguaba que los papiros habían sido propiedad del Profeta.
Algunas de las piezas de papiros aparentemente incluían jeroglíficos convencionales (inscripciones sagradas que parecían dibujos) y textos funerarios con escritura hierática (una versión exclusiva de jeroglíficos en letra cursiva) que comúnmente eran sepultados con las momias egipcias. A menudo, dichos textos contenían párrafos del "Libro de los Muertos", el mismo que servía como pasaje a la persona muerta que entraba al mundo espiritual.
Hasta ahora no se sabe si las otras diez piezas de papiro tienen conexión directa con el Libro de Abraham. Se descubrió también que en el reverso de tres de los manuscritos (aparentemente el profeta José les había pegado dicha parte para hacerlos más resistentes) aparecen algunas notas, mapas y dibujos a mano y lo que parecen ser apuntes de municipios, y se piensa que todo fue escrito por el profeta José Smith. Su importancia todavía no ha sido determinada pero será de gran interés para los historiadores mormones. La colección de manuscritos fue presentada ante el presidente N. Eldon Tanner de la Primera Presidencia por Thomas P. G. Hoving, director del Museo Metropolitano de Arte, en una impresionante ceremonia verificada en el museo de Nueva York a la que asistieron periodistas de numerosas agencias noticiosas mundiales. Después de haberse exhibido en las oficinas de la Iglesia en Salt Lake City, los manuscritos se entregaron al Dr. Hugh Nibley, erudito y lingüista de la Universidad de Brigham Young.
A menudo se cuenta la historia llena de aventura y fascinación de la manera tan extraordinaria en que el profeta José Smith obtuvo los papiros originales y cuatro momias egipcias. Pero de igual interés es la anécdota del descubrimiento de los papiros en El Museo Metropolitano de Arte por el Dr. Azis S. Atiya, quien la cuenta con estas palabras: "En ese tiempo estaba escribiendo un libro, el mismo que había empezado mientras era profesor de cristianismo mundial y oriental, y fui al Museo Metropolitano de Arte para buscar documentos, papiros, fotografías e ilustraciones para dicho libro. Ha de haber sido en la temprana primavera de 1966. Me he olvidado completamente de la fecha. Mi libro estaba listo para imprimirse y fui a buscar material suplementario.
"Mientras me encontraba en una de las oscuras salas, algo captó mi atención y le pedí a uno de los empleados que me llevara el archivo de documentos para así poder ver otros más. Es ahí en donde encontré éstos. Inmediatamente reconocí la fotografía de uno. Cuando vi la escena me di cuenta de que había aparecido en la Perla de Gran Precio. Generalmente uno puede encontrar esta clase de fotografía en otro papiro, pero ésta en particular tenía características especiales. Por ejemplo, la cabeza había desaparecido y pude darme cuenta que los papiros estaban pegados sobre papel del siglo diecinueve. La cabeza fue dibujada con lápiz, al parecer por José Smith, quien lo ha de haber tenido en su poder cuando esa parte se rompió. Aparentemente dibujó la cabeza con su propia mano sobre el papel suplementario. Así también las manos de la momia están alzadas y la pierna de la misma manera —generalmente las momias yacen completamente en forma horizontal—lo cual es muy peculiar. Este papiro es egipcio, es verdad, pero lo que representa realmente no lo sé.
"Cuando vi esto, comencé una búsqueda más profunda. Vi unas piezas más de papiros amontonadas juntas y pensé que la providencia divina me había ayudado. Entre estos documentos encontré otro firmado por la esposa de José Smith, su hijo y otro, testificando que estos papiros habían pertenecido a José Smith.
"En 1918, una señora Heusser vino al museo e informó a los oficiales que tenía algunos papiros, pero no se llegó a ninguna conclusión sino hasta 1947. Fue entonces que el museo los adquirió cambiando después a los encargados de cuidar las antigüedades egipcias, y el tema se olvidó por completo.
"Cuando vi estos documentos estuve realmente atónito. Conozco la comunidad mormona, sus normas, escrituras, etc., y lo primero que dije fue que estos documentos no debían estar ahí. Pertenecían a la Iglesia Mormona. Bueno, naturalmente los encargados del museo son buenos amigos míos y traté de persuadirlos de que cedieran los documentos a la Iglesia.
"Informé de ello a mi buena amiga Taza Peirce, quien es secretaria ejecutiva del Consejo de Salt Lake para Visitantes Internacionales, y discutimos la manera en que yo debería comunicar el descubrimiento a dicha comunidad. Me sugirió que viera al presidente Tanner y fue ella quien arregló y estuvo presente en nuestras dos primeras reuniones. Después de eso me reuní directamente con el presidente Tanner quien declaró que la Iglesia estaba muy interesada y que haría cualquier cosa o pagaría cualquier precio por ellos. Desde entonces habíamos estado viendo la posibilidad de que pudieran transferirse a la Iglesia.

"En esta clase de asuntos no me precipito, me tomo el tiempo requerido. Con varias discusiones y persuasiones amigables, el museo expuso el caso ante los directores del mismo. Pero pasó mucho tiempo antes de llegar a este paso. La mesa directiva prolongó la discusión por largo tiempo, más de lo que se puedan imaginar y al final, llegaron a la conclusión de que el museo tenía papiros de esa naturaleza en demasía, así que ¿para qué privar a la Iglesia de tales documentos?
"Cuando se tomó la generosa decisión, el director me la hizo saber por teléfono y en una carta. Después tuvimos que abandonar la situación ya que el director del museo tuvo que ir a Egipto durante un mes.
"Cuando regresó, me informó muy amablemente acerca del tema  y dijo, 'La decisión se ha tomado, sus amigos mormones recibirán estos papiros. Así que comuníquese con ellos y con el Presidente de la Iglesia y haga los arreglos necesarios para una ceremonia.'
"Naturalmente el presidente Tanner estaba tan entusiasmado como yo. Luego informó al presidente McKay, que también estaba complacido.
"Entonces decidimos la manera en que se efectuaría la ceremonia.
"Fue un gran honor para mí y me sentí muy complacido al estar en el centro de la fotografía con tan distinguidas personas como el presidente Tanner y el Sr. Thomas P. G. Hoving, Director del museo. Así como su asistente y vice-director, Dr. Joseph Noble.

"Todos concurrieron y para mi sorpresa, me di cuenta de que los papiros habían sido colocados en una hermosa caja de seguridad.
"Pero durante la mañana de ese día, me propuse ir más temprano, mucho antes de que comenzara la ceremonia, para así poder asegurarme de que ya estaban listos—no sólo los papiros, ya que lo que es de importancia es el documento que los acompaña. Era un papel descolorido, con escritura del siglo diecinueve. Me enteré de que el museo lo había fotografiado. Bueno, naturalmente habían tratado de fotografiarlo antes pero no se notaba porque era un papel de color azul muy pálido. Esta vez usaron rayos infrarrojos y ultravioleta para poder fotografiar el texto, y ahora dicha fotografía es mucho mejor que el original.
"Me sentí maravillado por el descubrimiento de los papiros que habían estado en manos del profeta José Smith, pero los hallazgos no terminaron ahí. Durante la mañana de la entrega de los documentos comencé a mirarlos de arriba para abajo y de pronto encontré, en el revés del papel en el que los papiros estaban pegados, escritos, mapas y una enumeración de municipios y material de gran valor para la historia mormona, que creo fueron hechos por la propia mano de José Smith, y los cuales tienen que ser estudiados por especialistas. Yo no lo soy, pero puedo reconocer documentos originales de una era precristiana.
"Conozco la clase de tinta que los egipcios usaban y la diferencia entre la genuina y la falsa. Los papiros generalmente se colocaban con las momias—papiros de muchas clases—pero principalmente el "Libro de los Muertos", que sería el pasaje para que la momia entrara al mundo del más allá. Los papiros eran algunas veces de colores. Pueden encontrarse algunos como éstos con colores azules, dorados y rojos. Esto era muy común. En cuanto a la tinta que se usaba, se hacía generalmente de hollín y pegamento, y es por esa razón que era eterna. Yo creo que estos pergaminos están escritos con esta clase de tinta. Por lo general eran los sacerdotes los que escribían ya que eran más capacitados para hacerlo. Usaban plumas de caña, las que tenían que afilar y cortar por el medio.
Los egipcios tenían la planta del papiro y acostumbraban dividirla en capas delgadas que ponían entrelazadas una sobre otra, las golpeaban con un martillo de madera y entonces las pegaban juntas. Las cortaban de acuerdo a los propósitos de los documentos que querían escribir. Generalmente se usaban tiras largas para hacer los pergaminos, y éste en particular estaba hecho de esa manera.
"¿Se enteraron de que el descubrimiento apareció en la prensa egipcia al día siguiente de la ceremonia? ¡En la primera página del periódico más importante! Se sorprenderían ustedes al saber la importancia que se le dio y aparentemente los egipcios estuvieron muy complacidos con el hallazgo de estos documentos."
Es de gran importancia el hecho de que el Dr. Atiya haya hecho el descubrimiento y que testifique tan ardientemente sobre la autenticidad del manuscrito como aquél que José Smith usó en la traducción del Libro de Abraham. El Dr. Atiya es mundialmente reconocido como erudito e investigador de manuscritos egipcios y árabes. Es uno de los profesores más destacados en la universidad y muy famoso por las conferencias que ha verificado en las universidades de Michigan, Columbia, Princeton, Liverpool, Londres, Bonn, Zurich, El Cairo y Alejandría. También podría decirse del descubrimiento del Dr. Atiya, lo que Parley P. Pratt dijo acerca de las momias egipcias y papiros que José obtuvo: "Cuan extraordinaria la providencia mediante la cual este antiguo registro cayó en manos del siervo del Señor, José Smith."
Realmente, la historia de cómo José Smith recibió los papiros, es fascinante, y parece estar llena de influencia divina. Algunos de los detalles son todavía oscuros, aunque nuevas investigaciones anuales parecen divulgar porciones adicionales de información, pero los puntos principales del episodio son de conocimiento general: cuando Napoleón conquistó Egipto en 1798-99, la atención del mundo se volvió hacia la tierra de los faraones, y ésta pronto fue invadida tanto por expediciones científicas como por ladrones de catacumbas y sepulturas antiguas. Uno de los primeros aventureros interesados en las antigüedades egipcias fue un hombre llamado Antonio Lebolo que trabajaba como agente para uno de los más importantes barones de ese tiempo, Bernardino Drovetti. Mientras estaba en Egipto, aproximadamente por el año 1817, Lebolo obtuvo una licencia para entrar a las catacumbas de Tebas, Egipto. Descubrió una tumba cerca de un lugar llamado Gurneh, próximo a Tebas y en ella había varias momias. Entregó las mejores a Drovetti pero se las arregló para dejar unas para él. Más tarde salió de Egipto hacia Francia vía Trieste, llevando consigo algunas de las momias, once de las cuales eventualmente llegaron a Estados Unidos.
Mientras estaba en la isla de Trieste, se enfermó y murió. Lebolo había legado las momias a su sobrino Michael H. Chandler, a quien suponía en Irlanda, y allá fueron enviadas aparentemente vía Londres. Siendo que algunos investigadores dudan del parentesco entre Chandler y Lebolo, se están  haciendo investigaciones para tratar de establecer la verdad. Los amigos de Chandler volvieron a enviar las momias a Estados Unidos en donde aquél estaba viviendo en Filadelfia. Más tarde, las momias llegaron a la aduana de Nueva York. Los investigadores han manifestado que no deja de ser un milagro el que hayan navegado sin peligro con sus importantes registros a través de las aguas infestadas de personas inescrupulosas, de saqueadores de catacumbas, de agentes deshonestos en busca de momias, para llegar sin contratiempo al puerto de Nueva York.
En abril de 1833, Michael H. Chandler pagó los derechos aduaneros, obtuvo las momias y las abrió. Se desilusionó al no encontrar joyas o algo de gran valor monetario, pero en cambio encontró varios rollos de papiros. La providencia una vez más parecía haber entrado en la historia, ya que mientras estaba en la aduana, se le informó a Chandler que no había nadie en la ciudad que pudiera traducir los pergaminos, "pero fue referido por el mismo caballero (un extraño) al Sr. José Smith, Jr., quien, continuó él, posee una clase de dones mediante los cuales previamente había traducido caracteres similares."
Dos años más tarde, el 3 de julio de 1835, Chandler conoció al profeta José. Le preguntó si tenía el poder de traducir los pergaminos y José contestó que sí. El profeta anotó en el registro que había dado a Chandler la interpretación de una parte del material de los pergaminos. El señor Chandler estaba tan impresionado que escribió un certificado testificando que la interpretación de José Smith de los antiguos jeroglíficos egipcios "coincidía hasta el último detalle" con aquello que él había aprendido de "los más instruidos."
El Profeta escribió en su Documentary History of the Church (Vol. 2, pág. 236) (Historia Documentada de la Iglesia): "Poco después, varios Santos de Kirtland compraron las momias y papiros, descripción de lo cual aparecerá más adelante; y con W. W. Phelps y Oliverio Cowdery como escribientes, comencé la traducción de algunos de los caracteres y para nuestra sorpresa, descubrimos que uno de los pergaminos contenía los escritos de Abrahán y otro los de José de Egipto . . ."
En cuanto a las cuatro momias, el Profeta generalmente admitía que no sabía de quiénes eran. Más tarde otras fuentes informaron que él las había identificado como de un faraón, una reina, una princesa y una esclava. Los rollos de papiro se sabe que estaban con una de las momias femeninas. Concerniente a los mismos, se ha supuesto que aparentemente eran registros originales o copias de los mismos hechos por Abrahán y su nieto José, escritos más tarde por sucesores y faraones durante miles de años. El resultado es muy conocido por los Santos de los Últimos Días. El Profeta interpretó algunos de los escritos de los pergaminos y tal interpretación y facsímiles 1, 2 y 3 constituyen nuestro actual Libro de Abraham. Se sabe también que el Profeta prometió "más extractos del Libro de Abraham" que aquellos que ya se tenían, pero su muerte impidió la publicación de materiales que dijo estaba "revisando." (John Taylor, Times and Seasons, Feb.1843)
De cualquier modo, después del martirio del Profeta, las momias y manuscritos fueron entregados a la madre de José, Lucy Mack Smith. Cuando murió en 1855, los mismos pasaron a manos de Emma Smith Bidamon, con quien Lucy Mack Smith vivió sus dos últimos años. Emma Smith Bidamon era la viuda del Profeta y desde entonces había contraído matrimonio con L. C. Bidamon. Poco después de un año de haber tenido en su poder las momias y manuscritos, Emma los vendió a un tal Sr. A. Coombs. Fue esta carta de venta al Sr. A. Coombs, firmada por Emma Smith Bidamon y fechada el 26 de mayo de 1856, además de las 11 piezas de papiro lo que el Dr. Atiya encontró. La carta dice: "La presente certifica que hemos vendido al Sr. A. Coombs, cuatro momias egipcias junto con los registros. Dichas momias fueron obtenidas de las catacumbas de Egipto, 20 metros bajo la superficie de la tierra, por la sociedad anticuaría de París, enviadas de ahí a Nueva York y compradas por el Profeta Mormón, José Smith, al precio de dos mil cuatrocientos dólares. En el año 1835, el Sr. Smith las valuó considerablemente a causa de la importancia del registro que accidentalmente se encontró en el pecho de una de las momias. De las traducciones que el Sr. Smith hizo de los Registros se supo que estas momias fueron de la familia de un Rey de Egipto. Estuvieron exclusivamente en poder del Sr. Smith hasta su muerte y desde entonces con la madre del Sr. Smith; no obstante, hemos tenido repetidas ofertas de compra que fueron invariablemente rehusadas hasta su muerte que ocurrió el día catorce de mayo pasado." Firmado: "L. C. Bidamon, Emma Bidamon, José Smith (su hijo). Nauvoo, Hancock Co. 111, mayo 26."
El próximo informe de las momias aparece en el Catálogo del Museo de St. Louis, en 1856, y más tarde, en 1863, en el Catálogo del Museo de Chicago página 42, y en los cuales se describen dos momias que "estuvieron en poder de la madre del Profeta hasta su muerte, cuando los herederos las vendieron y fueron poco después compradas por el Museo." En 1871, un incendio destruyó gran parte de Chicago, y se creía que las momias y manuscritos hubieran sido consumidos en dicha ocasión, aunque los catálogos de 1856 y 1863 no dan ninguna información acerca de las otras dos momias o los manuscritos.
La información acerca de los mismos, y de los que fueron usados por el Profeta, se revelará en un día futuro. La colección descubierta recientemente por el Dr. Atiya, llamó por primera vez la atención del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York en 1918. Aparentemente, el señor A. Coombs no había vendido todas las cosas que había comprado a Emma Smith Bidamon, ya que en 1918, la señora Alice C. Heusser, de Brooklyn, Nueva York, llevó los recientemente descubiertos papiros y documento firmado por Emma Smith, al Museo Metropolitano para su valoración. La señora Heusser era hija del ama de llaves del señor A. Coombs. Pero el museo no compró la colección de papiros hasta que Edward Heusser, esposo de Alicia, finalmente se la vendió en 1947.
Dichos papiros han estado en sus archivos desde entonces. De este modo, se había marcado el camino para el notable descubrimiento del Dr. Atiya. Estas piezas de papiro, que son sólo parte de las que José Smith poseyó, están nuevamente en poder de la Iglesia. Son un testimonio extraordinariamente poderoso y tangible de la veracidad de la historia clara y sencilla dicha por el Profeta, de que había tenido en sus manos unos documentos originales de papiro, algunos de los cuales había usado en la producción del Libro de Abrahán en la Perla de Gran Precio.

jueves, 14 de octubre de 2010

Abraham: "Busqué las bendiciones de los padres"

Comienza Abraham su relato indicándonos cuánto él deseaba recibir el derecho de los padres así como el gran conocimiento. La mejor fuente para obtener lo que buscaba estaba entre los patriarcas que eran contemporáneos a Abraham, entre ellos Noé y Sem. No es misterio que José Smith relaciona a Sem con Melquisedeq el cual es un nombre título, obtenido por algún logro en su ministerio.
El libro de Jasher nos relata lo siguiente, como parte de la tradición judía:
“Y el Señor estaba con Abram en la caverna y él creció, y Abram estuvo en la caverna por diez años, y el rey y su príncipe, adivinos y sabios, pensaron que el rey había matado a Abram.
Y Harán, el hijo de Terah, el hermano mayor de Abram, tomó una esposa en esos días. Harán tenía treinta y nueve años cuando la tomó y la esposa de Harán concibió y dio un hijo, y él le llamó Lot.
Y concibió nuevamente y tuvo una hija, y ella la llamó Milca; y concibió nuevamente y tuvo una hija y ella la llamó Sarai.
Harán tenía cuarenta y dos años cuando engendró a Sarai, lo que ocurrió en el décimo año de la vida de Abram; y en esos días Abram y su madre y su nodriza salieron de la caverna, puesto que el rey y sus súbditos habían olvidado el caso de Abram.
Y cuando Abram salió de la caverna, fue donde Noé y su hijo Shem, y se quedó con ellos para recibir instrucción del Señor y sus vías, y nadie sabía dónde estaba Abram, y Abram sirvió a Noé y a su hijo Shem por largo tiempo.
Y Abram estuvo en la casa de Noé por treinta y nueve años, y Abram conocía al Señor desde la edad de tres años y él caminó por las vías del Señor hasta el día de su muerte, como Noé y su hijo Shem le habían enseñado; y todos los hijos de la tierra en esos días habían transgredido en gran manera contra el Señor, y se rebelaron en su contra y sirvieron a otros dioses, y olvidaron al Señor que los había creado en la tierra; y los habitantes de la tierra, en ese tiempo, se hicieron cada uno su Dios; dioses de madera y piedra que no podían hablar, escuchar ni librar, y los hijos de los hombres les servían y llegaron a ser sus dioses” (El Libro de Jasher, cap. 8:26-9:6).
Como todo libro apócrifo mantiene algunas discrepancias con los canónicos, pero nos muestra lo que es parte de la tradición y creencia antigua del pueblo hebreo.

sábado, 9 de octubre de 2010

Un Quiasmo por Abraham

Si Abraham era hebreo, no debería sorprendernos que al tener escritos de él encontremos un estilo que ha identificado a los escritores de esa descendencia, como está en la Biblia y el Libro de Mormón.
En http://www.greaterthings.com/Parallels/DC/Abr2v1-CHI.htm está diferente este quiasmo, pero la idea es similar.
Abraham 1:2

y hallando que había mayor felicidad, paz y reposo para mí, busqué las bendiciones de los padres, y el derecho al cual yo debía ser ordenado, a fin de administrarlas; habiendo sido yo mismo seguidor de la rectitud, deseando también ser el poseedor de gran conocimiento, y ser un seguidor más fiel de la rectitud, y lograr un conocimiento mayor, y ser padre de muchas naciones, un príncipe de paz, y anhelando recibir instrucciones y guardar los mandamientos de Dios, llegué a ser un heredero legítimo, un Sumo Sacerdote, poseedor del derecho que pertenecía a los patriarcas.

jueves, 7 de octubre de 2010

El Libro de Moisés Restaura el Conocimiento de Satanás


El versículo 23 del capítulo 1 de Moisés dice "Y Moisés dio testimonio de esto; pero no existe entre los hijos de los hombres por motivo de la iniquidad." Moisés se está refiriendo a la experiencia que tuvo frente a Satanás. Dentro de los muchos planes y estrategias de Satanás está la de ocultar información sobre él, incluso Nefi nos informa que él desea que las personas lleguen a pensar que Satanás no existe (2 Nefi 28:22).

Moisés nos informa que el relato de la experiencia de él con Satanás fue quitado de la Biblia, juntos con otras cosas “claras y preciosas”, las cuales tendrían un efecto negativo en las personas. Nefi nos dice: “Y después que se quitaron estas cosas claras y de gran valor, va entre todas las naciones de los gentiles; y luego que va entre todas las naciones de los gentiles, sí, aun hasta el otro lado de las muchas aguas que has visto, entre los gentiles que han salido del cautiverio, tú ves que —a causa de las muchas cosas claras y preciosas que se han quitado del libro, cosas que eran claras al entendimiento de los hijos de los hombres, según la claridad que hay en el Cordero de Dios—, a causa de estas cosas que se han suprimido del evangelio del Cordero, muchísimos tropiezan, sí, de tal modo que Satanás tiene gran poder sobre ellos” (1 Nefi 13:29).

Increíblemente, la primera vez que se menciona a Satanás en la Biblia es en 1 Crónicas 21:1, y su nombre aparece sólo en diecinueve ocasiones en el Antiguo Testamento, catorce de las cuales están en el Libro de Job. La palabra “diablo” no aparece en el Antiguo Testamento pero aparece numerosas veces en el Nuevo Testamento.

El libro de Génesis no establece ninguna relación entre la serpiente que tienta a Eva con Satanás, lo que lleva a algunos críticos de la Biblia creer que la existencia de Satanás en la religión judía fue adquirida durante el exilio en Babilonia.
En tan sólo los ocho capítulos del Libro de Moisés el nombre de Satanás aparece treinta y dos veces. El Libro de Moisés restaura el conocimiento de la existencia de Satanás como un ser real, como a continuación se muestran lo que este libro registra sobre Satanás que no se encuentra en la Biblia:
  •  La tentación de Moisés (1:12-22)
  •  La tentación de Adán y Eva (3:25; 4:5-8)
  •  El origen de Satanás (4:1-4)
  • El tentador de los hijos e hijas de Adán y Eva (5:12-13)
  • Caín y Satanás (5:17-23)

Ver :Roy W. Doxey, Pearl of Great Price: Education Weeks Lectures 1970, p. 64.
       H. Dohn Peterson, The Pearl of great Price: History and Comentary

miércoles, 6 de octubre de 2010

Moisés 3:17 El día en que de él comieres, de cierto morirás

Cuando Elohim introdujo a Adán en el Jardín de Edén le enseñó las condiciones para permanecer en él, indicándole que tiene la posibilidad de alimentarse de cualquier fruto, menos del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, cuya consecuencia sería la muerte, en las palabras de Elohim “el día en que de él comieres, de cierto morirás”. ¿Cómo murió Adán en ese día?
Existe la idea generalizada que la muerte a la cual Dios se refiere es la muerte espiritual, la expulsión del Jardín, quedando excluido de la presencia de Dios. Esta creencia se debe por que fue la consecuencia casi inmediata producto de comer de ese fruto prohibido. Pero se debe considerar que la muerte física también corresponde a una consecuencia en ese día.
Se puede considerar sin duda que el tiempo, los días, cualquier medida de tiempo antes de la caída correspondía con el tiempo del Señor, y no con el que estamos acostumbrados a medir el paso de los días y horas. Si simplemente pensamos que podemos usar la equivalencia de un día de Dios mil años nuestros (2 Pedro 3:8), podemos entender que Adán murió físicamente el día que participó del fruto, pues vivió menos de mil años. Y de esta forma la palabra de Elohim permanece inmutable, cumpliéndose cabalmente con la advertencia que hizo al hombre, el cual murió espiritual y físicamente ese día.

martes, 5 de octubre de 2010

Facsímil 1, figura 5


Estas figuras que están ubicadas bajo el altar de sacrificio, son llamadas por José Smith como los dioses idolátricos de Elkénah, Líbnah, Mahmáckrah y Korash. Estos cuatro personajes efectivamente son cuatro dioses, los hijos de Horus, o en algunos textos hijos de Osiris-Horus. Tienen rostros distintos, uno de halcón, otro de chacal, otro de mandril y el último tiene rostro humano. Estos dioses comúnmente aparecen bajo los altares o mesas como jarros (Canopes) contenedores de los órganos internos del difunto, representando el mito de la recolección del cuerpo de Osiris al ser asesinado por Seth y buscar sus partes que fueron esparcidas por los extremos de la tierra.
No hay ningún egiptólogo que no los reconozca como dioses, sin embargo, lo controversial son los nombres dados por el Profeta, los cuales no son los nombres con los que se les reconoce en la actualidad. Esto no puede ser motivo para que se diga que hay un error de parte de José Smith en llamarlo con esos nombres, pues lo más común en los dioses, es la variedad de nombres que poseen. Por lo general los nombres son simbólicos de alguna de las características que ese dios posea en particular.
La siguiente tabla es un resumen de las características de estos dioses:
Hijo de Horus
Iconografía
Posición
Órgano protegido
Nombre dado por José Smith
Amset
Cabeza humana
Sur
Hígado
Korah
Hapi
Cabeza Babuino
Norte
Pulmones
Mackmakra
Duamutef
Cabeza de Chacal
Oeste
Estómago
Libnah
Kebehsenuf
Cabeza de Halcón
Este
Intestinos
Elkénah

Partiendo de la base que los nombres de los dioses son simbólicos y que tienen más de uno, consideremos estos nombres individualmente.
Korash es quien se ubica hacia el punto cardinal del Sur. Hacia el sur de Egipto encontramos Etiopía, que bíblicamente se le conoce también como la tierra de Cus, o Kush, allí se adoraba a un dios local que era su representación del dios Hathor, dios regente de Heliópolis, y su pueblo era conocido como Koraish (Kerry Shirts, On the name of the four Canopic Jars, p. 4), muy semejante a Korash que, como toda palabra egipcia antigua, se le conoce sin vocales, o sea Krsh, que al compararla con Kush  podemos notar su semejanza y perfectamente podría ser que el nombre de este dios estuviese relacionado con el lugar hacia donde se orienta Amset.
Elkénah es quien tiene la cabeza de Halcón. Hay muchos nombres bíblicos que  contienen El-qanah como en 1 Samuel 1:1-2, 1 Crónicas 6:22, Éxodo 6:23, 9:16. “En Palestina y Siria es común encontrar tales nombres combinando elementos egipcios y semita oriental” (Nibley, "Facsimile No. 1 by the Figures," en Improvement Era,Agosto 1969). El elemento “qen” lleva la idea de poderoso, grande y se usó en varios nombres de reyes.
La terminación “ah” es común en los nombres propios Cananeos, escritos en su forma egipcia. El bien conocido nombre Horan se escribe en egipcio como Hwrwnana, un nombre personal, y como nombre de un lugar se escribe Hrwn-ah (Nibley, "Facsimile No. 1 by the Figures," en Improvement Era, Agosto 1969, p. 141).
“De acuerdo con el Padre De Vaux, la tierra de Canaán es designada en la Carta Amarna como la tierra de Knahni o Kinahhi. Esto es cercano a Elkénah, suficientemente cerca filológicamente para saber que realmente hubo un lugar con ese nombre, una región de la tierra como José Smith la designó. Una carta de Ramsés II llama a Canaán “Kinahhi”, aunque los egipcios preferían Kn’n. El punto es que sobre toda el área de Palestina, Siria y Egipto, Kinah era como se designaba comúnmente a Canaán, y el nombre de El-Kenah pudiera ciertamente significar “Dios de Kenah” o Canaán. (Kerry Shirts, On the name of the four Canopic Jars, p. 2).
Este jarro se ubica hacia el Este, pero el Este de Heliópolis, el centro de la tierra para los egipcios, la tierra dada a Abraham por promesa, la tierra de Canaán. Coincidiendo así con la orientación y el nombre recibido.
Líbnah es explicado por Shirts de la siguiente forma: “Robert Smith nota que el nombre Líbnah deriva de la raíz Semita e Indo-europea significando “luz”, o “brillante”, o aun “blanco”. Labanah es la luna. También nos llama la atención El Líbano”. (Kerry Shirts, On the name of the four Canopic Jars, p. 3).
Nibley relaciona la cabeza de chacal con Líbnah, la designación correcta para el Oeste. Los egipcios lo relacionaron con la tierra blanca, lo cual es el significado del nombre (Nibley, Nibley, "Facsimile No. 1 by the Figures," en Improvement Era, Agosto 1969).
Anubis es el dios del oeste, del occidente, pues reflejaba el lugar de la muerte, donde iban los difuntos, como el sol al atardecer. Anubis tiene su cabeza de chacal, la misma de este jarro. Además Anubis está relacionado con la luna.
Shirts establece los siguientes puntos sobre  Líbnah:
1.      Líbnah significa tierra blanca
2.      El dios idolátrico de Líbnah, tiene la máscara de Anubis.
3.      El jarro canope con cabeza de chacal se orienta hacia el Oeste.
4.      Anubis es el señor del Oeste.
5.      Anubis es el señor de la tierra blanca
6.      El blanco es el color de los rituales hacia el oeste.
Mahmáckrah es el dios con cabeza de babuino o mandril. Además este dios está relacionado con el norte. Al analizar este nombre, Kerry Shirts nos sugiere preocuparnos más por el sonido, así como en otros escritos de José Smith, que por la escritura exacta. Hay que pensar que los nombres de los jarros canopes van dirigidos al oído más que a los ojos.
Consideremos Mah-mackr-ah, partiendo por mackr el cual es un elemento importante en nombres cananeos como Mhr-Anat, lo que significa campeón o sostenedor del dios Anat. Ramsés II se llamó a sí mismo Mahr-B’l significando sostenedor del dios cananeo Baal. Mahr-Ra significa sostenedor de Ra, el equivalente egipcio de Baal.
El dios idólatra de Beth-shan es llamdo “Mkl’a”, el gran dios. El primer elemento de este nombre, Mkl es cananeo, mientras la terminación “a” es egipcia. Otra forma de nombre interesante es el egipcio Mai-m-hqa que significa el león es gobernante. El nombre de nuestro canope sería Mai-m-akr-ah el cual significa El León Akr es grande. Akr siendo el dios tierra como león. (Kerry Shirts, On the name of the four Canopic Jars, p. 4).
Concluimos, entonces, que Mahmáckrah es un nombre plausible de origen de la región del norte, Palestina y Siria, dando sentido a la interpretación del Profeta.
De esta forma observamos cómo cada uno de los nombre de los Jarros Canopes dados por José Smith, tienen una relación con la orientación de las cabezas de estos dioses.
Los Facsímiles del Libro de Abraham, Figura por Figura, Roberto Vinett

Facsímil 1, figura 4


Esta figura es descrita como “el altar de sacrificio”. El único punto que los críticos consideran, es  que este altar o sofá león era sólo usado para ceremonias de embalsamamiento. Sin embargo como símbolo puede representar más de un hecho o una idea.
La investigación de Mustafar El Amir de 1948, sobre el Toro Apis en Menfis, reveló que esas mesas fueron usadas diariamente para el lavado de Apis vivientes y para sacrificios. Amir describió una mesa de ofrendas con leones labrados en los extremos cerca de la inscripción de dedicación al “Toro Viviente Apis” (Mustafa El Amir, Journal of Egyptian Archaeology, 34, p. 51-56).
Los Facsímiles del Libro de Abraham, Figura por Figura, Roberto Vinett

lunes, 4 de octubre de 2010

¿Habló Caín con el Señor?

Caín tiene varios diálogos con el Señor, por lo cual llama la atención por no estar en armonía con el resto de las escrituras. Es muy extraño que alguien inicuo y asesino converse personalmente con Dios. Los críticos de la Iglesia cuestionan que José haya hablado con Dios, pero no les parece cuestionable que un criminal converse más de una vez con el Creador. El Señor dijo “bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”, pero no parece ser éste el caso de Caín.

El Libro de Moisés nos da algo de luz sobre este evento. El versículo 39 del capítulo 5 nos muestra la respuesta de Caín a la maldición recibida diciendo “me echas hoy de ante la faz del Señor, y de tu presencia quedaré escondido”,  dando lugar a pensar que no hablaba directamente con el Señor por dirigirse a él en tercera persona. No sería extraño considerar que un ángel fuera quien hablara con él. Esta es una explicación plausible pues los ángeles han aparecido a seres inicuos para llamarlos al arrepentimiento o condenarlos, como es el caso del hijo de Alma y los hijos de Mosíah, y con Sodoma y Gomorra.

En la versión inspirada de José Smith de Éxodo 33:20 leemos “Sí, ningún hombre inicuo ha contemplado la faz de Dios”. También en el Libro de Mormón encontramos el significado de ser separado de la presencia del Señor, en 2 Nefi 5:19-20 “Y he aquí, se habían cumplido las palabras del Señor a mis hermanos, palabras que habló en cuanto a ellos, que yo sería su gobernante y su maestro. Por tanto, yo había sido su gobernante y maestro, según los mandatos del Señor, hasta la ocasión en que trataron de quitarme la vida. Por tanto, se cumplió la palabra que el Señor me habló, diciendo: Por cuanto ellos no quieren escuchar tus palabras, serán separados de la presencia del Señor. Y he aquí, fueron separados de su presencia.  

Por tanto, los ejemplos que nos dan las escrituras nos permiten inferir con armonía que Caín estuvo en la presencia del Señor no más delo que Lamán y Lemuel estuvieron y que perfectamente un ángel habló a él como si fuese el mismo Señor, utilizando la Investidura  Divina de Autoridad.

sábado, 2 de octubre de 2010

El rechazo de la ofrenda de Caín

No deja de sorprendernos que Caín se haya molestado cuando se entera que el Señor no aceptó su ofrenda, esto habla de otros defectos de Caín, como su orgullo, vanidad, hipocresía. Nunca estuvo en sus planes agradar al Señor, por el contrario, su plan era agradar a Satanás quien le había ordenado ofrecer esta ofrenda al Señor. El motivo de Satanás de mandar a Caín hacer una ofrenda era provocar a Caín y arrastrarlo más hacia la maldad hasta perder cualquier favor de parte de Dios.

José Smith nos dice sobre la razón de la no aceptación por parte de Dios de esta ofrenda:  “Abel ofreció a Dios un sacrificio aceptable de las primicias del rebaño. Caín ofreció del fruto de la tierra, y no fue aceptado porque no pudo hacerlo con fe; no pudo haber tenido fe, o mejor dicho, no podía ejercer una fe que se opusiera al plan celestial. La expiación a favor del hombre debe ser el derramamiento de la sangre del Unigénito, porque así lo disponía el plan de redención; y sin el derramamiento de sangre no hay remisión; y en vista de que se instituyó el sacrificio como tipo o modelo mediante el cual el hombre habría de discernir el gran Sacrificio que Dios había preparado, era imposible ejercer la fe en un sacrificio contrario, porque la redención no se logró de esa manera, ni se instituyó el poder de la expiación según ese orden. Por consiguiente, Caín no pudo haber tenido fe” (Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 62-63).
Más adelante el Profeta enseña : “cuando Caín también estaba autorizado para ofrecer sacrificio, fue maldecido por no ofrecerlo en justicia. Significa, pues, que se deben observar las ordenanzas precisamente como Dios lo ha señalado, porque de lo contrario, su sacerdocio les será por maldición en lugar de bendición” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 186).

Como la fe se muestra por las obras, el Profeta nos dice que la falta de fe en Jesucristo Caín la manifiesta presentando una ofrenda que no consistía en derramamiento de sangre. Caín nació después de que se les explicara, por medio de un ángel, el motivo de los sacrificios a Adán y a Eva. Él sabía exactamente qué significaba o simbolizaba el derramar la sangre de un animal en un altar. Hasta entonces este y sólo este tipo de ofrenda era la que Dios había pedido (Moisés 5:5). Existe la tradición de creer que por motivos de que Caín labraba la tierra y Abel era pastor de ovejas es que presentaron ofrendas del fruto de la tierra y del rebaño respectivamente. Pero no es así, lo que Caín debía haber hecho era tranzar con trueque o de alguna otra forma sus frutos por un cordero que calificara para ser ofrendado. El presentar una ofrenda del fruto de la tierra puede verse claramente como un hecho de rebeldía o repudio hacia la expiación. Por tanto las dos causas principales para haber rechazado la ofrenda de Caín son que no presentó la ofrenda de un cordero, y que lo hizo porque Satanás se lo mandó.

viernes, 1 de octubre de 2010

El Libro de Abraham: Un Libro Excepcional


Esta escritura dada por revelación nos abre una ventana hacia la eternidad y nos ofrece un testimonio único del Salvador.
Por Andrew Skinner
www.mundolds.blogspot.com

Entre los más valiosos registros que el Señor prometió que serían restaurados en los últimos días (ver 1 Ne. 13:39: D&C 9:2), el libro de Abraham, recibido por medio del profeta José Smith, es una joya única e invalorable entre nuestros tesoro de escritura revelada.

En verdad es un libro admirable, un verdadero registro antiguo que de inmediato nos lleva en el pasado a un lugar y tiempo específicos en el Cercano Oriente, y a la vez abre ante nosotros la vasta expansión del universo físico. Es tan dinámico que nos puede revelar los orígenes histórico -culturales de la antigua civilización egipcia. (Ver Abr. 1:21-28), y al mismo tiempo, al terminar una frase, nos enseña profundas verdades sobre la eternidad. El gran poder del libro es algunas veces pasado por alto debido precisamente a que ofrece muchas pistas sobre temas que pueden parecer misteriosos o prohibidos: Egipto y el Universo. Pero el libro de Abraham es un poderoso texto centrado en Cristo que tiene como temas principales la naturaleza eterna del Convenio de Abraham, la preeminencia de Jesucristo representada aún en el vasto esquema de planetas y estrellas, y el papel de éste en los tres grandes eventos del Plan de Salvación: la Creación, la Caída, y la Expiación. El Elder Bruce R. McConkie, del Quórum de los Doce Apóstoles, testificó que Jesucristo es la figura central de estos episodios importantes en la historia de la salvación:

"Estos tres divinos acontecimientos - los tres pilares de la eternidad - están inseparablemente entrelazados en un gran tapiz conocido como el Eterno Plan de Salvación. Vemos a la expiación de Cristo como el centro mismo, el corazón de la religión revelada. Esta lleva a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre. La Salvación está en Cristo."

UN ANTIGUO TEXTO RESTAURADO
El Libro de Abraham es asombroso en parte debido a la forma milagrosa en la que llegó a nosotros. Esta historia, narrada brevemente, nos permite ver como el Señor trabaja dentro del amplio campo de la historia para llevar a cabo sus propósitos.

El libro de Abraham en sí nos cuenta que su texto original es un relato escrito en primera persona por el gran patriarca. No podemos decir a cuantas personas les era conocido su contenido o el tema que narra, pero comprendemos que la información en éste fue "escondida del conocimiento del hombre por...cuatro mil años."

En el año de 1799 se originó en el mundo Occidental un intenso interés por el antiguo Egipto cuando cerca de Alejandría, Egipto, se encontró la Piedra de Rosetta. La piedra, hecha de basalto negro, fue hallada por un oficial del cuerpo de ingenieros de Napoleón. Tenía inscripciones en tres lenguas antiguas: en jeroglíficos egipcios, en demótico (una escritura simplificada que siguió a los jeroglíficos), y en griego. Entre los lingüistas europeos que empezaron a descifrar estas inscripciones se encontraba el joven estudioso francés Jean François Champollion. El lenguaje escrito de los antiguos egipcios, los jeroglíficos, habían sido por muchos siglos un misterio para los estudiosos. Al trabajar con las pistas halladas en la última inscripción en la Piedra de Rosetta, la cual estaba en griego, Champollion pudo finalmente ser capaz de descifrar las otras dos inscripciones. En 1822 él publicó los resultados de su trabajo y así nació la ciencia de la egiptología, permitiendo a los estudiosos empezar a leer los más antiguos textos de Egipto.

Estos descubrimientos que envuelven a la Piedra de Rosetta y a Champollion contribuyeron a la aparición del libro de Abraham de una manera significativa. Como lo manifestó un escritor, durante los primeros años del siglo XIX "el interés mundial en cuanto a las antigüedades egipcias se convirtió en una apabullante llama. Egipto fue de pronto cubierto por expedicionarios científicos, aventureros, soldados caza fortunas, y ladrones de catacumbas y cementerios antiguos." Dentro de esta atmósfera entró Antonio Lebolo, un excavador italiano de antigüedades egipcias.

De acuerdo con el relato de Oliverio Cowdery, escrito en 1835, Lebolo y su cuerpo de trabajadores habían descubierto varias momias en una de las catacumbas cerca al lugar en donde una vez se erigió la renombrada ciudad egipcia de Tebas. Luego de la muerte de Lebolo estas momias, dos rollos de papiro, y algunos fragmentos de otros papiros que habían sido colocados en uno de los sarcófagos se enviaron a la ciudad de Nueva York y luego pasaron a manos de Michael Chandler. Se le dijo a éste que nadie podía traducir las inscripciones en los papiros, sin embargo, él escuchó de cierto hombre, llamado José Smith, que decía poseer alguna clase de poder especial que le permitía traducir escritos antiguos. El nombre del Profeta parecía seguirlo en los varios lugares en donde Chandler se detenía para presentar a las momias de Egipto. En 1835 Chandler finalmente hizo contacto con el Profeta José Smith en Kirtland, Ohio, En la historia del Profeta encontremos una anotación del 3 de Julio de 1835 que dice:

"El 3 de Julio Michael H. Chandler vino a Kirtland para exhibir algunas momias egipcias. Habían cuatro figuras humanas, junto con dos o más rollos de papiro cubiertos de figuras jeroglíficas y algunos artefactos. Cuando se le dijo al Sr. Chandler que yo podía traducirlos me trajo algunos de los caracteres y le di la interpretación."

Entonces el Profeta José Smith se sintió inspirado a reunir dinero a fin de comprar las momias al Sr. Chandler, junto con los papiros que las acompañaban, aunque él no sabía exactamente lo que los escritos revelarían. Los Santos de Kirtland contribuyeron con fondos para la compra. El precio fue de $2,400 - una suma nada inconsecuente considerando que el templo estaba en construcción - pero la fe de los miembros que conocían al Profeta y su obra los inspiró a darle su ayuda.

Luego de la compra, el Profeta empezó a traducir algunos papiros con la ayuda de W. W. Phelps y Oliverio Cowdery. (Después se llamaría a Warren Parish como escriba.) Esto es lo que registró el Profeta en su historia personal: "Con W. W. Phelps y Oliverio Cowdery como escribas, empecé la traducción de algunos de los caracteres o jeroglíficos, y para nuestro gran gozo hallamos que uno de los rollos contenía los escritos de Abraham, otro los escritos de José de Egipto, Etc., de los cuales aparecerá un relato más detallado en este lugar, mientras continúe examinando o desplegándolos. En verdad podemos decir que el Señor esta empezando a revelar una abundancia de paz y verdad."

No hay duda de que el Profeta José Smith atribuyó la manera en la que estos escritos llegaron a él como resultado de la intercesión divina. El testimonio de W. W. Phelps no es menos cierto: "Dios había ordenado que estas momias y los escritos llegasen a la Iglesia." Esto ocurrió solo después que el Señor había preparado a Su Iglesia y al mundo para recibir el libro de Abraham. El resucitado espíritu de excitación en cuanto a los antiguos escritos Egipcios en el siglo XIX, que llevó al descubrimiento de la Piedra de Rosetta y al trabajo de Champollion, fue un paso en tal preparación. Hablando de la forma en la que el Señor ha guiado los descubrimientos y logros de la familia humana para llevar a cabo sus propósitos, el Presidente Joseph Fielding Smith dijo:

"No se ha dado nunca un paso desde ese día [los tiempos antiguos] hasta hoy, en cuanto a descubrimientos o invenciones, en dónde el Espíritu del Señor ...no haya sido la fuerza prevaleciente, reposando sobre los individuos, lo cual ocasionó que éstos descubrieran o inventaran cosas...El Señor no siempre usó a aquellos que tienen fe en él, ni lo hará ahora. El utiliza aquellas mentes que son guiables y que pueden ser dirigidas en ciertas direcciones para cumplir Su obra, sea que ellas crean en Él o no...

Ahora, ¿pensaís vosotros que estos descubrimientos e invenciones... se han realizado solo porque estos hombres han estado sentados y meditando en estas cosas las descubrieron, concentrados en sus pensamientos o de manera accidental? Ni en lo más mínimo, sino que el Espíritu del Señor, la Luz de Cristo, ha estado tras esto... Estamos listos para estos descubrimientos, estas invenciones, y todas ellas dan testimonio de la restauración del evangelio y de los preparativos para el tiempo, aún futuro, pero que está cerca, cuando Cristo reinará sobre la tierra, y se establezca la paz por mil años."

De esta manera el asombroso Libro de Abraham fue traído a la luz de una manera maravillosa, a fin de ayudarnos a prepararnos para la Segunda Venida del Salvador.

EL CONVENIO DE ABRAHAM

El contenido del libro de Abraham inmediatamente nos presenta nuevas luces e información que no se hallan en ningún otro volumen de escritura. Empieza con el registro en primera persona del Patriarca acerca de los acontecimientos que llevaron al establecimiento de una especial relación contractual entre él mismo y Jehová, el Cristo premortal. Algunas veces llamada el Convenio de Abraham, esta promesa entre ambos participantes era realmente el antiguo convenio evangélico que fue revelado primeramente a Adán (véase Moisés 5:4-9, 14-15, 58-59, reconfirmada con otros patriarcas antidiluvianos (véase Moisés 8:16), y restablecida con Abraham y su posteridad (véase Abr. 2:9-11).

Aprendemos que las dos grandes acciones que ocasionaron el establecimiento del convenio con Abraham fueron su activa búsqueda por éste (ver Abr. 1:2) y su fidelidad al encarar la apostasía que lerodeaba, aún cuando sacerdotes inicuos trataron de quitarle la vida sobre un altar pagano (véase Abr. 1:5-15). Como resultado del dramático rescate por la mano del Señor (véase Abr. 1:15-16, 20), se le enseñó muy bien a confiar en Dios. Pero en lo que habría de ser una de las supremas ironías y contradicciones de la historia, a este fiel patriarca más adelante se le mandó ofrecer a su propio hijo sobre un altar (Gen. 22:1-9) por el mismo Dios que había rescatado a Abraham años antes. Esta temprana prueba sobre el altar del Faraón, registrada en el capítulo 1 del registro personal de Abraham, y que no se encuentra en ninguna otra parte, nos ayuda a apreciar plenamente el significado de su prueba posterior: el mandato de sacrificar a Isaac. Podemos entender mejor lo que Abraham debió haber estado pensando y sintiendo cuando se dirigía al monte Moríah, puesto que la información dada en Abraham 1 ayuda a dar un completo significado a Génesis 22.

Ambas pruebas Abrahámicas tenían que ver con vidas inocentes, ambas eran contradictorias en extremo, ambas involucraron un dramático rescate por parte del Jesucristo premortal o su agente angelical, y ambas enseñan algo sobre la doctrina de la misericordia. Con seguridad estas dos pruebas mostraron a Abraham lo que muy pocas personas podrían entender tan bien: el significado del sacrificio expiatorio del Misericordioso y lo que le costó a Dios el Padre dar a su Unigénito como ofrenda. Cuan agradecidos debemos estar aún por solo el capítulo 1 de Abraham, un capítulo que nos ayuda a apreciar la naturaleza de las pruebas Abrahámicas y nos enseña que aunque los justos enfrentarán muchas pruebas y contradicciones, cada una de éstas traerá sus propias y especiales instrucciones, premios y bendiciones.

Abraham 1 se convierte en un texto de escritura muy centrado en Cristo cuando es visto en contexto con la vida entera de Abraham. El Libro De Mormón declara que el sacrificio de Isaac por medio de Abraham era "una semejanza de Dios y de su Hijo Unigénito." (Jacob 4:5). La experiencia con Isaac indudablemente ayudó a Abraham a ver la crucifixión desde la perspectiva del Padre. (Tal vez esta sea la razón por la que Hebreos 11:17 se refiere a Isaac como "el unigénito" de Abraham, aún cuando Abraham ya había sido padre de Ismael.) Cuan significativa, sin embargo, fue la primera experiencia de Abraham con los sacrificios humanos para el entendimiento de la expiación, tal como esta registrada en Abraham 1, porque este horrible episodio colocó a Abraham en un papel o posición semejante a la del Hijo. Pocos mortales, si existe alguno, podría estar así preparado para comprender el sacrificio expiatorio desde ambas perspectivas: la del Padre y la del Hijo.

El restablecimiento del antiguo convenio evangélico también requirió de Abraham el cumplimiento de ciertas obligaciones especiales como parte de la promesa - convenio entre ambos participantes. El Libro de Abraham enseña más claramente que ningún otro libro que tengamos que el convenio Abrahámico - el antiguo convenio evangélico - era en realidad el de hacer obra misional. Por su parte, Abraham estaba de acuerdo con enseñar el evangelio a su posteridad y a sus vecinos. Este fue una parte del convenio desde el principio: "Cual fue con Noé, tal será contigo; pero mediante tu ministerio se conocerá mi nombre en la tierra para siempre, porque yo soy tu Dios." (Abr. 1:19).

Debido a que Abraham aceptó predicar el evangelio y administrar las ordenanzas salvadoras a través del poder de su sacerdocio, el Señor le dijo a Abraham que él sería una gran bendición para su posteridad, y que ellos, en cambio, "llev[arían] este ministerio y Sacerdocio a todas las naciones." (Abr. 2:9). Sabemos que Abraham fue fiel y veraz a su promesa de obra misional, pues al hablar de la migración a la tierra de Canaan, menciona que salió con los "bienes que habíamos reunido, y las almas que habíamos ganado en Harán" (Abr. 2:15; énfasis agregado).

La parte del Señor del convenio - la cual Jehová prometió a Abraham - es ampliamente recapitulada en el capítulo 2 del libro de Abraham. Hay promesas de posesiones (véase Abr. 2:6), posteridad (véase Abr. 2:9; 3:14), sacerdocio (véase Abr. 1:18; 2:11), salvación (véase Abr. 2:10), y la preservación de registros (véase Abr. 1:31).

Lo más importante que hay que recordar en todas las facetas de este convenio es que está centrado en Jesucristo. El Profeta José Smith escribió:

"Se podrá notar que, de acuerdo con Pablo, (véase Gal. iii:8) que el evangelio fue predicado a Abraham... Nuestros amigos podrán decir, tal vez, que nunca existieron ordenanzas con excepción de los sacrificios ofrecidos antes de la venida de Cristo, y que no podía ser posible [que] el Evangelio haya sido administrado en tanto que la ley de sacrificio por sangre estuviese en vigor. Pero leemos que Abraham ofreció sacrificios, y a pesar de esto, se le predicó el evangelio. Que las ofrendas de sacrificio eran solo para enfocar la mente en Cristo lo inferimos de estas palabras de Jesús a los Judíos: 'Vuestro padre Abraham se regocijó de ver mi día, y lo vio, y se gozó' (Juan viii:56)....Se nos dice otra vez en Gal. iii:19, que la Ley (de Moisés, o la Ley Levítica) fue 'agregada' a causa de transgresión. Por lo que preguntamos: ¿Sobre que fue agregada la ley, si no lo fue al evangelio? Debe ser claro que fue agregado al evangelio, debido a que sabemos que se predicó el evangelio a ellos. De estos pocos hechos concluimos que cuando fuese que el Señor se reveló al hombre en tiempos antiguos se le ordenó ofrecer sacrificios a Él, para que al hacerlo ellos puedan esperar anhelosamente con fe el tiempo de su venida, y apoyarse en el poder de esa expiación para la remisión de sus pecados."

JESUCRISTO Y EL UNIVERSO

Como parte del derecho del sacerdocio, a Abraham se le dieron registros patriarcales especiales para que los preserve. Estos anales contenían "el conocimiento del principio de la creación, y también de los planetas y de las estrellas, tal como se dio a conocer a los patriarcas." (Abr. 1:31)

Abraham incluyó en su registro información sobre la Creación de la tierra y la estructura del universo. Algo de ésta indudablemente vino de los textos patriarcales que estaban a su cargo, los cuales él dijo que intentaría transmitir. Sin embargo, la importante información sobre el sol, la luna y las estrellas se obtuvo a través del Urim y Tumim, herramientas de revelación que fueron dadas a Abraham cuando todavía residía en Ur. También se le reveló un conocimiento de la más grande esfera de gobierno del universo infinito denominada Kólob (véase Abr. 3:3-4), una contribución única en toda la escritura. Tan fascinante como este conocimiento de astronomía pueda parecer, el punto más importante aquí es el por qué fue dada la información. La revelación le enseñó a Abraham (y de igual manera a todo el que leyese su registro) la grandeza de Jesucristo, la grandiosa y preeminente posición del Unigénito referente a todos los otros seres y objetos en el vasto reino del Padre. Al explicarle a Abraham la verdadera grandeza divina de algo que podría cautivar la mente de cualquier mortal en una noche clara - las estrellas de la creación - Dios podía seguir enseñandole el significado aún mayor de lo que cualquiera que medite sobre los cielos pueda considerar: el rol del Señor de la creación.

Abraham aprendió que así como un planeta o estrella es más grande que otro a medida que se acerca a Kólob - al gran gobernante (Abr. 3:9) - de la misma forma un espíritu es más grande que otro a medida que se acerca a Jesucristo: el Gran Gobernante (Abr. 3:19-24). Una cuidadosa comparación de las características de Kólob con las de Jesucristo demuestra que Kólob era, y es, un profundo Símbolo del Salvador. Damos algunos ejemplos: Así como Kólob es "la mayor" (Abr. 3.3), así Jesucristo es el Mayor, "el Gran YO SOY" (D&C 29:1). Así como Kólob es "la primera creación" (facsímil 2, fig. 1) de la misma forma Jesucristo es la primera creación, "el Primogénito" (D&C 93:21) de las más importantes creaciones del Padre: sus hijos.

Así como Kólob es la fuente de luz para otras estrellas y planetas (véase el facsímil 2, fig. 5), Jesucristo es la fuente de luz para la inmensidad del espacio, incluyendo el sol, la luna y las estrellas (D&C 88:5-13). En verdad el libro de Abraham es un registro destacable, preservando un testimonio único de Jesucristo descrito en el diseño del universo físico, y dando énfasis otra vez de que todas las cosas testifican del Salvador (véase Moisés 6:63).

Iluminado y fortalecido por este sobresaliente conocimiento, Abraham estaba mejor preparado (como lo estamos nosotros) para comprender la más especial, ennoblecedora e importante verdad asociada con la existencia misma. Esa verdad es la razón de la creación de los cielos y la tierra, la colocación de la vida sobre ésta, y el papel de Jesucristo en este gran esquema.

JESUCRISTO Y EL PLAN ETERNO
Abraham aprendió que todos los eventos centrales el plan de salvación se realizan de acuerdo a un modelo divino. Al ser llevado en el tiempo de una manera muy personal a nuestro estado de existencia premortal (véase Abr. 3:23), se le mostró el papel de Jesucristo en los preparativos preterrenales del Padre, y aprendió que el Salvador era, en verdad, "un Dios antes que naciese en este mundo." Abraham escribió acerca del rol de liderazgo que Jesucristo tuvo en la Creación:

"Y había entre ellos Uno semejante a Dios, y dijo a lo que se hallaban con él: Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos de estos materiales, y haremos una tierra sobre la cual éstos puedan morar" (Abr. 3:24).

A Abraham se le mostró la naturaleza eterna del plan de salvación y se le enseñó que la tierra fue creada como un terreno de aprendizaje y probación "en todas las cosas" (Abr. 3:25), y aprendió que se reservan galardones eternos (" y se añadirá gloria sobre sus cabezas para siempre jamás") para aquellos que permanecieran fieles al plan del Padre (Abr. 3:26). Es en este punto en el que el registro de Abraham realiza otra singular contribución a nuestro entendimiento sobre la premortalidad, al aclarar lo que de otra manera sería una oscura frase que se halla en el Nuevo Testamento. Únicamente Abraham y Judas hablan de nuestra condición premortal como nuestro "primer estado." (Judas 1:6; Abr. 3:26).

En ese único versículo Judas habla de ciertos ángeles que no guardaron su "primer estado" y así abandonaron su "propia habitación". Pero solo por Abraham aprendemos que esos ángeles eran de hecho hijos espirituales en la presencia de Dios, que la habitación que abandonaron era la misma presencia de Dios, que se alejaron porque escogieron seguir a Satanás en vez de a Dios y Jesucristo, y que en este "primer estado" los hijos de Dios vivieron como entidades independientes, ejerciendo su albedrío moral en la presencia del Padre. Si no fuese por el libro de Abraham se hubiese perdido mucho de nuestro entendimiento básico sobre la estructura, sociabilidad, e historia de nuestra existencia premortal. Sólo el asombroso registro de Abraham habla del período probatorio de la mortalidad como el "segundo estado", dado como una investidura a aquellos que guardaron su primer estado (Abr. 3:26).

La piedra angular del plan de salvación del Padre es la Expiación, y la piedra angular de la Expiación fue la elección del Hijo antes de la vida mortal para ser el ejecutor, aquel que pusiese en operación todos los términos y condiciones del plan; aquel que sería nuestro Salvador. De acuerdo al libro de Abraham, la elección del Salvador fue el primer evento de importancia a fin de llevar a cabo el plan del Padre:

"Y el Señor dijo: ¿A quién enviaré? Y respondió uno semejante al Hijo del Hombre: Heme aquí; envíame. Y otro contestó, y dijo: Heme aquí; envíame a mí. Y el Señor dijo: Enviaré al primero" (Abr. 3:27).

El Profeta José Smith enseñó que "todos estuvimos presentes en la primera organización en los cielos, y vimos la elección y el apartamiento del Salvador y la elaboración del plan de salvación, y lo aprobamos." El registro de Abraham es la escritura más temprana que poseemos de esta verdad esencial.

En el libro de Abraham tenemos expresiones claras de los esfuerzos creativos de los Dioses al organizar y formar los cielos y la tierra (véase Abr. 4:1). Tal lenguaje asume la existencia de materiales antes que la creación de esta tierra empezara, y corrobora las aseveraciones previas en Abraham 3:24: "tomaremos de estos materiales y haremos una tierra" (énfasis agregado). La doctrina de la creación que nos enseña Abraham se opone a la noción de una creación ex nihilo (literalmente, creación "de la nada"). También encaja perfectamente con el verbo original hebreo bara', usado en la Biblia Hebrea en el relato de la Creación. Este término hebreo y sus semejantes semitas literalmente significan formar, dar forma, remodelar material ya existente. En conexión con esto el Profeta José Smith enseñó:

"Preguntad a los eruditos y doctores por qué dicen que el mundo fue hecho de la nada, y ellos responderán: '¿No dice la Biblia que Dios creó el mundo?' Y ellos infieren que la palabra crear debe significar hacer algo de la nada. Ahora, la palabra crear viene de la palabra [hebrea] baurau la cual no significa crear algo de la nada; ésta significa organizar; al igual que un hombre organizaría materiales y construiría un barco."

El libro de Abraham hace otra contribución única a nuestro entendimiento al explicar la locación física de la tierra en el universo al momento en el que esta esfera fue creada, antes que las acciones de Adán y Eva ocasionaran la Caída. En el siguiente versículo nótese la referencias en cuanto al tiempo:

"Pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque en la ocasión en que de él comieres, de seguro morirás. Ahora bien, yo, Abraham, vi que era según el tiempo de Kólob; porque hasta entonces los Dioses aún no le habían señalado a Adán su manera de calcular el tiempo" (Abr. 5:13).

El Presidente Joseph Fielding Smith señaló que en este versículo el Señor "reveló a Abraham que Adán estaba sujeto a Kólob antes de su transgresión." De acuerdo con Brigham Young, Abraham 5:13 también significa que antes de la Caída de Adán la tierra estaba cerca del mismo trono de Dios; pero cuando ocurrió la Caída la tierra literalmente fue removida de la presencia física de Dios a su presente posición en nuestro sistema solar. Cuando sean vencidos todos los efectos de la Caída de Adán la tierra volverá literalmente a la presencia de Dios. Aquí las palabras del Presidente Young:

"Cuando la tierra fue formada y traída a la existencia y el hombre fue colocado sobre su faz, ésta se encontraba cerca del trono de nuestro Padre Celestial....Pero cuando el hombre cayó, la tierra cayó en el espacio, y tomo su habitación en nuestro sistema planetario....Esta es la gloria de donde vino la tierra, y cuando sea glorificada volverá otra vez a la presencia del Padre, y habitará allí, y esos seres inteligentes que estoy buscando, si viven dignos de ello, vivirán sobre esta tierra."

El poder por medio del cual son vencidos los efectos de la Caída de Adán en todas las cosas creadas, incluyendo la tierra, es la Expiación de Jesucristo (véase D&C 76:40-43; Moisés 7:48-62).

PROMESAS PARA NUESTROS DÍAS

Tenemos razón para creer que el libro de Abraham fue originalmente un registro más extenso. Se decía que cuando estuviese completo, el texto del libro sería más amplio; Oliverio Cowdery habló de volúmenes que serían necesarios para contenerlo. Pero al terminar el quinto capítulo, el libro parece terminar abruptamente, y luego de la presentación de tan poderosas enseñanzas y tan asombrosos puntos en tan pequeño espacio, se nos deja hambrientos de más.

Un estudioso ha escrito que de no haber sido tan turbulentos los últimos 16 meses de la vida de José Smith, él gustosamente nos hubiese dado más, como lo prometió. Sin embargo, todo aquel que lea lo que tenemos con una oración en el corazón, el ojo de la fe, y una mente clara, estará eternamente agradecido por este libro tan asombroso.

Aunque sus principales personajes son gente de la antigüedad, el libro de Abraham es totalmente relevante para nuestros tiempos, mostrándonos que la esperanza en la eternidad que ahora poseemos deriva del poder del sacerdocio, centrado en la plenitud del evangelio de Cristo, y fue también el mismo fundamento en el cual los antiguos patriarcas y matriarcas fundaron sus vidas. Abraham dijo: "por tanto, la eternidad fue nuestra protección y nuestra roca y salvación, mientras viajábamos de Harán por el camino de Jersón hacia la tierra de Canaán" (Abr. 2:16).

Sabemos que muchos Santos de la antigüedad tuvieron éxito en su búsqueda de la eternidad. Abraham, Isaac, y Jacob, por ejemplo, "han entrado en su exaltación, de acuerdo a las promesas, y se sientan sobre tronos, y no son ángeles, sino dioses" (D&C 132:37).

¿Están en vigor las mismas promesas que se les dio a Abraham, Sara, y a su posteridad? Sí, ¡y se aplican a nosotros!

"Esta promesa es para ti también, pues eres de Abraham, y a él se la hizo la promesa... Por tanto, ve, y haz las obras de Abraham; entra en mi ley y serás salvo" (D&C 132:31-32).

Andrew Skinner es profesor asociado de escritura antigua en la Universidad de Brigham Young.
Notas:

1. Bruce R. McConkie, A New Witness for the Articles of Faith (1985), 81.
2. Wilford Woodruff, Wilford Woodruff’s Journal, ed. Scott G. Kenney, 9 vols. (1983), 2:155.
3. See Elizabeth Payne, The Pharaohs of Ancient Egypt (1964), 3–19.
4. Jay M. Todd, The Saga of the Book of Abraham (1969), 10.
5. History of the Church, 2:348. See also Saga of the Book of Abraham, 28–31.
6. History of the Church, 2:348–51 contains Oliver Cowdery’s account of Michael Chandler’s inheritance. Some of the particulars are apparently inaccurate, such as Chandler’s actual relationship to Lebolo. However, that Chandler ended up with Lebolo’s 11 mummies seems beyond doubt. See H. Donl Peterson, The Story of the Book of Abraham (1995), 82–89.
7. See the abbreviated, but very helpful, summary in H. Donl Peterson, “The History and Significance of the Book of Abraham,” in Studies in Scripture, Volume 2, The Pearl of Great Price, Robert L. Millet and Kent P. Jackson, eds. (1985), 161–62.
8. History of the Church, 2:235.
9. “The History and Significance of the Book of Abraham,” 162.
10. History of the Church, 2:236.
11. Improvement Era, Aug. 1942, 529.
12. Joseph Fielding Smith, Doctrines of Salvation, 3 vols., comp. Bruce R. McConkie (1954–56), 1:178, 180–81; emphasis in original.
13. Joseph Smith, Teachings of the Prophet Joseph Smith, sel. Joseph Fielding Smith (1976), 60–61; emphasis added.
14. Joseph Fielding Smith, Doctrines of Salvation, 1:32.
15. Teachings, 181.
16. It will be remembered that the doctrinal insights in the Book of Moses have come to us in edited form from the hand of the later lawgiver and prophet, Moses.
17. See Francis Brown, S. R. Driver, Charles A. Briggs, Hebrew and English Lexicon of the Old Testament (1976), 135.
18. Teachings, 350; emphasis in original.
19. Doctrines of Salvation, 1:79; emphasis in original.
20. Journal of Discourses, 17:143.
21. “The History and Significance of the Book of Abraham,” 174.
22. H. Donl Peterson, in “The History and Significance of the Book of Abraham,” 174.
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